Somos Barú
El reconfortante placer de dar
Ángela María Matiz, directora y cofundadora de la Asociación Somos Barú, narra cómo esta iniciativa surgió de la necesidad urgente de ayudar a las comunidades de la península durante la pandemia del covid-19. Nacida de este gesto solidario, la organización siguió evolucionando hacia un modelo de trabajo integral, centrado en la educación y el desarrollo comunitario.
¿Cómo nace la empatía?
Todo comenzó en 2020, cuando el confinamiento dejó a las familias de Barú sin acceso a alimentos ni educación. Ángela y su esposo, Jaime Villa, en compañía de sus socios, una pareja matrimonial con la que comparten una historia de más de 26 años como vecinos en la península, decidieron organizar colectas alimenticias para garantizar la subsistencia de la población local. La experiencia filantrópica les permitió entender que los problemas del territorio trascendían el momento coyuntural.
“Nos dimos cuenta de que Barú, al estar tan alejado, carece de docentes locales y conectividad con internet. Los niños no tenían clases y sus padres no podían apoyarlos académicamente porque la mayoría carecía de la formación educativa adecuada”, relata Ángela.
Fue así como, en un esfuerzo conjunto, adquirieron y distribuyeron tarjetas SIM y teléfonos donados para habilitar clases virtuales durante el confinamiento. Sin embargo, los retos no tardaron en aparecer. La infraestructura tecnológica local no soportó la demanda repentina, por lo que las lecciones debieron considerar una estrategia más simple: lecciones a través de mensajes de texto. Poco tiempo después Ángela formalizó la Asociación Somos Barú, una iniciativa cuyo eje transversal es, como bien lo señalan sus inicios, la educación.
Retos y sueños por cumplir
Vivir en Barú no ha sido fácil para Ángela y su equipo. Las carencias en infraestructura, la falta de agua potable y el aislamiento geográfico han sido desafíos constantes. Sin embargo, su pasión y su compromiso con la comunidad son inquebrantables. “Cambié una vida cómoda en Bogotá por una vida de servicio en Barú, y no me arrepiento. Mi felicidad ahora está en ver sonreír a los niños y en saber que hemos contribuido a cambiar vidas”, afirma.
Formar para transformar
Convencidos de que la educación es la única vía para superar la pobreza, Somos Barú ha estructurado programas educativos innovadores y efectivos. Uno de ellos lo constituyen las becas Somos Baruleros, que actualmente benefician a 15 jóvenes del territorio. Además de cubrir la matrícula universitaria, el incentivo incluye transporte para trasladarse a Cartagena, alimentación y un acompañamiento integral que abarca refuerzos académicos y apoyo psicológico tanto para los estudiantes como para sus familias.
“El objetivo es que estos jóvenes se conviertan en referentes para su comunidad y demuestren que vale la pena esforzarse por alcanzar la educación superior”, explica Ángela. A cambio, los beneficiarios realizan trabajo comunitario, que es una forma de retribuir lo recibido.
La asociación también trabaja con mujeres cabeza de familia a través del proyecto Tesoro Barulero, enfocado en la producción artesanal de piezas hechas con madera, zuncho reciclado y cepa de plátano. El programa, que actualmente cuenta con 19 beneficiarias, va más allá de la generación de ingresos: busca revitalizar tradiciones culturales casi extintas y dignificar la labor de la mujer.
“Una mujer empoderada, con capacidad económica, transforma su hogar y su comunidad”, destaca Ángela.
Por otro lado, la organización promueve actividades culturales para niños, como clases de danza, música y teatro, en las que participan alrededor de 120 menores cada sábado.
Somos Barú en cifras
Uno de los más grandes logros de la asociación fue la realización del primer censo participativo de la península, en alianza con la Universidad de Cartagena. El estudio reveló la cruda realidad de la población: de los 4.286 habitantes, el 37% de la población es pobre (según el Índice de Pobreza Multidimensional), menos del 10% ha realizado estudios superiores y el 7,5% de los mayores de 15 años no sabe leer y escribir. La visibilización de esta realidad impulsó el desarrollo de programas como Letra Viva, a través del cual Somos Barú alfabetiza, actualmente, a 64 niños y adultos.
Una petición al infinito
El próximo reto de Somos Barú es consolidar sus programas de formación técnica, en alianza con instituciones como Comfenalco. Diplomados en turismo, economía solidaria y emprendimientos ya están en marcha, y han demostrado ser una herramienta efectiva para empoderar a la comunidad y mejorar su calidad de vida. Pero las necesidades son tantas que no es posible suplirlas sin apoyo. “Aunque transformar comunidades no depende solo de recursos económicos, sino de la voluntad de dar lo mejor de uno mismo, necesitamos la vinculación de más amigos que, como nosotros, quieran transformar realidades. Toda persona u organización que desee sumar a esta iniciativa es absolutamente bienvenida”, concluye Ángela.