Salud mental óptima en tiempos de aislamiento y convivencia
Publicado 2 abril, 2020
Salud mental óptima en tiempos de aislamiento y convivencia
Por Patricia Correa, psicóloga.
Todo reto es una oportunidad para aprender a responder de distintas formas a las situaciones de la vida. Teniendo esto en cuenta, considero que esta pandemia que nos ha obligado a todos a guardarnos en casa hay que vivirla como una experiencia y un aprendizaje para todos.
De la percepción y/o visualización que tengamos dependerá también como será cada vivencia. Por eso es clave que protejamos nuestra salud mental, que saquemos recursos emocionales de cada uno de nosotros para que haya una interrelación sana dentro de la convivencia.
¿Qué significa esto?
Que tenemos que hacer renuncia a la individualidad.
Que tenemos que exigirnos pensar en las personas con las que estamos.
Que tenemos que reconocer qué necesitamos y qué necesitan las personas que nos rodean.
Esta la única manera en la que podemos “dar”. Todos sabemos que hoy en día esta noción se ha perdido; tanto niños, adolescentes y adultos han perdido la capacidad de entrega. Cada uno piensa solo en sus necesidades y en cómo se auto-gratifica. El “otro” generalmente no existe.
Por ello es fundamental que en esta cuarentena nos veamos y nos protejamos, pero también en función de los otros (las personas con las que estamos conviviendo). Este es un principio clave porque, así como damos, recibimos y esta retroalimentación emocional-social es una necesidad en estos momentos para poder tener una convivencia sana.
Al otro no podemos verlo como una amenaza, como una exigencia. Tiene que formar parte de nuestro espacio mental. Somos y estamos.
Sabemos que la dinámica cambió y tenemos que crear una propia para adaptarnos. Cada uno tiene que crear su propia dinámica y aceptar ‘lo obligado’, pues no hay opciones abiertas. Para el ser humano esto genera un sentimiento de molestia y de frustración que por la naturaleza de la misma implica malestar; ojo con este sentir porque damos cabida a la rabia, la desesperación y la agresividad, y a nadie le gusta sentirse ni frustrado, ni obligado.
Por eso es importante establecer una rutina:
Primero de tiempo.
Identificar pendientes para cumplir con nuestras responsabilidades, pues estas continúan.
Realizar ejercicios físicos para que nuestro cuerpo se sienta sano y en movimiento.
Realizar actividades ocupacionales placenteras como: juegos de concentración, de memoria y de análisis; actividades de lectura y películas que preferiblemente dejen una enseñanza.
Identificar proyectos por cumplir o realizar, tanto a nivel individual como familiar.
Hacer uso de aplicaciones en las redes que nos permitan expresar y compartir a nivel de grupo familiar o de amigos nuestro sentir frente a esta experiencia. Este es un canal que abre esa posibilidad y es aliviador para todos. El expresar y oír a los otros en las mismas circunstancias es como una dinámica de grupo donde la experiencia del otro se vuelve un aprendizaje. Lo que estamos viviendo lo amerita, porque nadie lo había experimentado anteriormente y esto genera sentimientos de angustia, incertidumbre e inconformidad, porque no lo elegimos vivir.
En esta situación tenemos que sacar recursos para manejar el tiempo libre y muchos no lo sabemos hacer. Es importante no sentir que se está ´perdiendo el tiempo’. Ocúpate así sea de manera obligada. Si dejas tu mente libre, te angustias. Hay que buscar llenos intelectuales-productivos y llenos individuales dentro de la convivencia.
¿Cómo se hace esto?
Identifica qué cosas has querido hacer y que el tiempo no te lo ha permitido.
Procura realizar actividades que les gusten a todos los que están contigo: cocinar juntos, jugar, hablar, etc.
Elijan juegos que puedan realizar con los niños.
Estimular el que participen todos. Ojalá, si hay adolescentes, lograr que estos no se aíslen. Como papás podemos incluirlos y ellos podrían aportar su manejo tecnológico, por ejemplo, que te enseñen lo que ellos saben.
Hagan de cada actividad una recreación.
Muchos adolescentes se aburren rápido porque se han acostumbrado a gratificaciones permanentes e inmediatas. Esto en este momento es imposible lograrlo, así que tenemos que tenerlo en cuenta y mostrarlo cuando sea necesario.
De igual forma también tenemos que aprender a estar con nosotros mismos. A hacer introspecciones que nos ayuden a reevaluar donde están nuestros principios y valores.
Esta experiencia nos tiene que dejar un aprendizaje, que ojalá sea enriquecedor para nosotros como adultos, porque además somos nosotros quienes tenemos que contener a los niños que tenemos a nuestro alrededor.
Como padres les sugiero:
Estructurar a sus hijos desde pequeños. Enseñarles la fortaleza que hay que tener ante los cambios.
Enseñarles a esperar.
A que desarrollen capacidad de lucha por el logro.
No gratificarlos cada vez que nos lo piden.
Mostrarles como la ansiedad que se desarrolla por la inmediatez se transforma en descontroles internos, en fragilidades emocionales y hasta en trastornos.
Ponerles limites cuando sean necesarios.
Hacerlos felices, pero con un manejo de realidad siempre presente.
Reforzar su estima y enseñarles cómo hacerlo.
Enseñarles a compartir con ejemplos. Esta palabra es clave porque permite identificaciones sanas. El niño que hoy ve y logra admirar a su progenitor, mañana repetirá en muchos niveles ese modelo.
Tenemos que ser coherentes y debemos realizar actividades de la misma manera para poder multiplicar adultos sanos. Hoy el mundo nos está mostrando que necesitamos revaluar muchos aspectos, por esto reafirmo que es el momento de crear en esta convivencia y en este tiempo una experiencia positiva.