Una de cada seis personas puede sufrir un Ataque CerebroVascular (ACV) a lo largo de su vida. En el mundo, se estima que cada dos segundos alguien tiene un ACV y cada seis segundos muere una persona como consecuencia de un ACV. En Colombia, cerca de 45.000 personas tienen un ACV cada año. “Por ello, tenemos que afrontarlo y reconocer que se puede tratar. Si los colombianos tomamos conciencia sobre los síntomas de la enfermedad, los profesionales de la salud actuamos de manera inmediata y las autoridades de salud; en unión con las EPS e IPS, proporcionan las herramientas idóneas para su tratamiento: Unidades de atención especializadas, medicamentos trombolíticos, dispositivos de retracción mecánica de trombos; será más fácil garantizar un mejor tratamiento y desenlace a nuestros pacientes con ACV”; así lo afirma el Dr. Carlos Eduardo Rivera Ordoñez, coordinador del comité de ACV de la Asociación Colombiana de Neurología (ACN).
Con esta premisa, la ACN se une a la campaña del Día Mundial del Ataque CerebroVascular, que este año se conmemora el 29 de octubre con el slogan: “Afrontémoslo, el ACV se puede tratar”.
Llamado a la comunidad: “Reconocer los síntomas hace la diferencia”
Se estima que en el país el 38% de los pacientes NO reconoce los síntomas de un ACV y en solo el 40% de los casos se acude a una línea de emergencia. Este bajo índice de sospecha hace que la mortalidad por ACV sea mayor. La ACN reitera que dar a conocer los síntomas y actuar rápido salva vidas y contribuye con la recuperación de las personas que tienen un ACV
Llamado a los profesionales del sector salud: EL ACV es una emergencia médica
El tratamiento del ACV es una urgencia médica vital y compleja cuyo éxito, entendido como la recuperación de la funcionalidad y la disminución de las secuelas, dependen de que el paciente reciba atención médica en las cuatro y media horas siguientes al inicio de los síntomas, para recibir, entre otros, el tratamiento trombolítico, que permitirá “destapar” la arteria con una sustancia especial que fragmenta el trombo o con un dispositivo de uso intravascular (intra-arterial) que permite atrapar y extraer o aspirar, mecánicamente, el trombo.
Llamado a las autoridades de salud en unión con las EPS e IPS: Crear Unidades de ACV
En el mundo se calcula que una de cada diez personas con ACV, tiene una mejor recuperación cuando es atendida en unidades especializadas en el manejo del ACV, dedicadas a proporcionar el mejor tratamiento durante la fase aguda de esta enfermedad.
“Con el fin de reducir significativamente el impacto de esta enfermedad sobre la población, es conveniente la creación de unidades especializadas en el tratamiento del ACV. Esto no solo incluye la dotación con dispositivos de alta tecnología para los hospitales ῾amigos del cerebro᾽ (tomógrafos, resonadores y salas de angiografía), sino que implica proporcionar un espacio en cada institución destinado a la atención prioritaria del paciente con ACV en fase aguda, a cargo de un grupo especializado e idóneo de profesionales médicos, enfermeras y auxiliares. Las directrices de tratamiento están a disposición (Guía de Practica Clínica para el diagnóstico, tratamiento y rehabilitación del episodio agudo de Ataque Cerebrovascular Isquémico en población mayor de 18 años. Minsalud-Colciencias). Con ellas en marcha, se puede mejorar la atención y la recuperación de los pacientes con ACV”, añade el Dr. Carlos Rivera.
Sobre el ACV: factores de riesgo y cómo prevenirlo
El ACV se presenta cuando uno de los vasos que suministra sangre al cerebro, se rompe o se obstruye por un coágulo u otra partícula, lo que priva a una parte del cerebro del flujo sanguíneo, ocasionando la muerte de las células nerviosas o neuronas.
Según la ACN, 25 de cada 100 personas que sufren un Ataque CerebroVascular, mueren durante el episodio agudo. El mejor tratamiento para evitar un ACV y disminuir el impacto de este en la calidad de vida del paciente es la prevención y esta se logra a través de la modificación de los factores de riesgo o condiciones que aumentan la posibilidad de padecer esta enfermedad. Son ellos: la hipertensión arterial, diabetes, colesterol alto, sobrepeso, sedentarismo, enfermedades cardiacas, tabaquismo, abuso de licor y drogadicción.
Así mismo, “el haber padecido un ataque cerebral o una amenaza de este, como son los Ataques Isquémicos Transitorios (AIT), en los cuales el paciente durante algunos minutos pierde una función neurológica como el habla o presenta una debilidad efímera que es catalogada como poco trascendente y no merecedora de urgencia médica, es la alerta más importante de la inminencia de un infarto cerebral”, concluye el Dr. Rivera Ordoñez.