El termino de ‘síndrome de la cabaña’ se refiere a un estado anímico, mental y emocional que experimentan algunas personas, después de haber estado tantos días en el confinamiento forzoso. Este síndrome se experimenta como miedo o pánico de volver a salir a la calle y, aunque no se trata de una patología como tal, requiere de atención y cuidados para quienes lo sufren.
Es miedo a salir de casa, a estar fuera de lo que se considera el lugar seguro. Salir de ahí le significa peligro a quién lo padece; peligro de contagiarse, enfermar o morir y también le representa temor el ir a lugares externos donde haya personas desconocidas y que puedan ser peligrosas para su bienestar. El realizar actividades que antes eran cotidianas genera temor: salir a hacer ejercicio, a la oficina, tomar un taxi, ir en el auto propio con otras personas, reunirse con amigos, entre otros.
La persona que padece este cuadro puede tener síntomas emocionales claros que pueden ir de unos leves como: incomodidad y ansiedad de pensar en salir, hasta llegar a sentir angustia, miedo y pánico de retomar la rutina, relaciones sociales y volver a la vida cotidiana. También pueden presentarse síntomas físicos como: sudoración, cansancio, desgano y el sentir que se tiene que hacer un gran esfuerzo para realizar actividades, especialmente las que signifiquen salir al exterior.
Existen varios factores involucrados en su desarrollo y uno de los más influyentes es la sobreexposición a toda la información referente a la enfermedad. El cómo cuidarse, los riesgos, los peligros, las cifras reales (o no) de enfermos y muertes; todos expuestos en los medios de comunicación, internet y redes sociales. Ha habido una gran cantidad de información que alimenta los miedos, la ansiedad y la angustia y que lleva a algunas personas a sentir que el peligro está afuera y que solo están seguros en casa.
No hay una duración específica del síndrome, cada quien lo vive a su ritmo. Depende de cada persona, de sus propios miedos internos, su historia personal y familiar, y sus características propias. Si vemos que el tiempo transcurre y hay dificultad en superar estos miedos, se requiere pedir ayuda y acompañamiento por parte de profesionales psicólogos para apoyarlo a salir a la vida. Dejarnos acompañar es un acto de generosidad con uno mismo.
Las personas más propensas a experimentar el ‘síndrome de la cabaña’ son las que han estado solas durante los días de confinamiento y se han desacostumbrado al contacto y a las relaciones sociales, llegando a ver las reuniones de personas y la salida al mundo como situaciones de peligro. También son vulnerables al padecimiento los adultos mayores que han sentido todo el tiempo que están en peligro de vida o muerte; para ellos puede ser difícil volver a confiar, salir y sentir que van a estar seguros y sanos. Igualmente, las personas que sufren de trastornos de ansiedad o de agorafobia (temor a los espacios o lugares abiertos) podrían estar más propensas a experimentarlo.
A raíz de las recomendaciones en materia de prevención y cuidado para evitar propagar el virus, en la actualidad el comercio está utilizando los servicios a domicilio para proveer lo que sus usuarios puedan necesitar. La gran mayoría de estos servicios dejan en la puerta la entrega y las personas no tienen ningún contacto con las personas del exterior, esto puede acrecentar la sensación de soledad. Sin embargo, el haber estado en aislamiento no significa que se deba sentir soledad, hay muchos que, aunque hayan estado en confinamiento, están deseosos y expectantes de poder salir a vivir experiencias al aire libre.
Si una persona está padeciendo este síndrome, llegado el momento en que deba retomar su cotidianidad, lo primero que debe hacer es ser amoroso y compasivo consigo mismo y reconocer cómo se siente y que está bien sentirse así, no se debe autojuzgar. El miedo, si se mira de frente, es más fácil superarlo. Además, el miedo puede ser nuestro amigo, si lo tenemos como una herramienta de protección, en un nivel que no nos paralice el buen vivir. Cada quien debe ir a su propio ritmo, en sus propios tiempos y según sus necesidades.
Se recomienda seguir las siguientes pautas:
La manera de ayudar a quien sufre del síntoma es acompañándolo y comprendiendo que está viviendo una experiencia que lo asusta y que realmente preferiría no sentirse así. Desde nuestro amor podemos estar presentes y motivarlo, y ofrecerle apoyo en lo que necesite. Es muy comprensible que, desde nuestro amor, queramos que supere esta situación lo más pronto posible, sin embargo, la ayuda más amorosa es caminar a su ritmo. Con paciencia, sin juicio, en actitud de confianza y escucha, listos para transmitirle ánimo, energía y disposición.
El ‘síndrome de la cabaña’ es una secuela que nos deja la cuarentena del coronavirus, sin embargo, con conciencia, amor y resiliencia se supera sin dejar huella, incluso es una gran experiencia que puede dejar muchas lecciones de aprendizaje a quien la experimentó y a sus familiares. Puede suceder, en algunas personas que tengan algún trastorno emocional de base, que necesiten más apoyo por parte de un terapeuta para evitar que derive en otros trastornos.
La adaptación a esta nueva etapa de vida debe ser gradual para todos. Nuevas normas de cuidado y seguridad seguirán funcionando hasta nueva orden. Seamos amorosos con nosotros mismos.
Maria Elvira Falquez
Psicóloga Clínica
Especialista en orientación y asesoría familiar
Enfocada en Psicología Positiva y transpersonal
Correo e: mariaefalquez@outlook.com
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