Oops!... Lo sentimos, este sitio se ha desarrollado para navegadores modernos con el fin de mejorar tu experiencia.

Para que lo puedas disfrutar es necesario actualizar tu navegador o simplemente descargar e instalar uno mejor.

ACTUALIDAD

Publicado 17 septiembre, 2020

Mi boda en pandemia

El coronavirus no fue impedimento para que estas parejas decidieran celebrar sus nupcias en medio de la contingencia. Dos historias que emocionan y demuestran que la fuerza más poderosa, es el amor.

La llegada de la pandemia arruinó muchos planes de boda. Parejas que llevaban meses organizando su enlace vieron el mundo al revés cuando algo tan inesperado llegó. Pero a pesar de ello, hay quienes piensan que no hay razón lo suficientemente poderosa para ganarle a las ganas de vestir de blanco y celebrar el ritual más importante de sus vidas. Pues si la vida como la conocíamos se detuvo, el amor no.

Presentamos dos historias inspiradoras de novios que dijeron “sí quiero”, en medio de la cuarentena, y siguiendo los protocolos exigidos. Son historias de amor que nos sacan una sonrisa y dan un respiro de esperanza en medio de la situación.

Laura Valdivieso y Jorge Guzmán

La decisión la habíamos tomado hace un año, cuando nos comprometimos. Habíamos hablado de hacerlo con calma y tiempo suficiente, porque queríamos disfrutarlo, poder gozarnos cada minuto de esta etapa, compartiendo con nuestras familias y amigos. Arrancamos el año con esa ilusión a la distancia, pues Jorge estaba en Chicago terminando su doctorado, y yo en Bogotá; aunque él vendría definitivamente en julio para empezar nuestra vida juntos. Pero nos llegó la pandemia y a medida que avanzó el tiempo, revaluamos nuestros planes.

Ante la incertidumbre sobre los vuelos, me empezó a afectar el hecho de estar lejos, me angustiaba que él estuviera solo en Estados Unidos y un día decidimos explorar la posibilidad de anticipar su regreso a través de un vuelo humanitario.  El proceso fue rápido, Jorge se contactó con el consulado en Chicago y llegó a Colombia el 9 de mayo en un vuelo desde Miami. Hizo su cuarentena con todo el rigor en un apartamento muy cerca al mío, y finalmente nos reencontramos el 23 de mayo después de varios meses sin vernos.

Tan pronto nos reencontramos, empezamos a soñar nuevamente con el matrimonio y decidimos adelantar la fecha. Inicialmente nos casábamos el 8 de agosto en Bucaramanga, y terminamos haciéndolo el 19 de junio en Bogotá, antes de cumplir el mes del reencuentro. Teníamos claro que no sería el mismo matrimonio que habíamos planteado en un comienzo, y confieso que alcanzamos a avanzar en varios escenarios distintos al que terminó siendo. Estando ya reunidos y ante la premisa innegociable de no arriesgar a ninguno de nuestros seres queridos, decidimos dar el paso y armamos el matrimonio en 10 días.

Teníamos todo lo que se necesita para empezar un proyecto de vida compartido, estábamos juntos, con salud y rodeados del amor de todos. ¡No había mucho que esperar! Somos unos bendecidos y contamos con lo fundamental, que es el amor, la voluntad de caminar de la mano con Dios en medio de nosotros.

Decidimos adaptarnos a las circunstancias y hacer una ceremonia civil en mi apartamento en Bogotá, con el notario presente y los testigos. Nuestra familia y amigos más cercanos nos acompañaron por videoconferencia y no se perdieron ni un detalle. Después de brindar y celebrar con todos nuestra unión, nos despedimos y compartimos una cena espectacular.

Siempre recibimos el apoyo de todos a pesar de saber cuánto les dolía no estar con nosotros ese día. Días antes los sorprendimos con una cajita que tenía la invitación a acompañarnos, una botellita de champaña y un cupcake, para asegurarnos que todos nos juntáramos para compartir ese momento y celebrar.

Nunca será lo mismo una boda sin la presencia física de las personas que amamos. No pudimos compartir este momento con mis padres, quienes viven en Bucaramanga, y mucho menos con la mamá y las hermanas de Jorge, quienes están en Canadá. Pero queríamos contar con la bendición de Dios, juntar nuestros caminos y seguir adelante con el propósito fundamental, que es empezar un proyecto de vida compartido. ¡Ya habrá tiempo para celebrar! Yo guardo la ilusión de un matrimonio por la iglesia con nuestras familias y seres queridos, de hecho, tengo mi vestido de novia guardado para la ocasión.

Yo entiendo perfectamente la decisión de posponer el matrimonio. No son las circunstancias ideales y tan respetable como es adaptarse a las circunstancias sin arriesgar la salud y cumpliendo la ley, lo es esperar a que las cosas mejoren. Dios no deja de sorprendernos y a mí me regaló un matrimonio lleno de momentos sublimes, que con Jorge y nuestras familias, guardaremos siempre en nuestros corazones.

Laura.

Kathy Tuiran y Michael Certain

Michael me propuso matrimonio en medio de la pandemia y decidimos casarnos también en plena pandemia. Iba a ser algo diferente, sabíamos que sería particular y, definitivamente, será una historia para contarles a nuestros hijos.

La verdad nunca pensamos posponer el día de la boda y esperar a que todo esto pasara. Michael y yo decidimos contraer matrimonio ahora por el simple hecho de que no sabemos qué pueda suceder mañana. El futuro es tan incierto en estos momentos y no sabemos lo que vaya a pasar, por lo menos de aquí a un año.

Ya teníamos nuestros planes de vivir juntos, todo prácticamente listo, y no quisimos esperar. Lo cierto es el ahora, y así lo quisimos.

La reacción de nuestras familias y amigos al saber que nos casaríamos en este momento tan particular, fue un poco de asombro porque no creían que fuéramos a hacerlo, pues normalmente en Barranquilla un matrimonio significa la ceremonia en la iglesia, la fiesta con los amigos; en general, toda una celebración.

No fue lo mismo una boda con tapabocas, normas de bioseguridad y pocas personas, porque realmente no pudimos compartir con nuestros amigos y personas cercanas, solo con unos cuantos integrantes de nuestras familias. Algunos de los familiares que invitamos, que fueron muy pocos, no asistieron porque se querían cuidar, y no juzgamos eso, pues es totalmente entendible y respetable. No fue lo mismo, pero sí fue un momento muy especial para nosotros.

Muchas parejas no han dado el paso de casarse en estos momentos, así como lo hicimos Michael y yo, y muchos otros más, por increíble que parezca, porque por lo general las mujeres soñamos con entrar a la iglesia, tener una fiesta, disfrutar de una rica comida, que nuestros padres y todos nuestros amigos estén acompañándonos en ese momento. Entonces prefieren esperar a que todo pase.

Para nosotros fue muy claro desde un inicio: lo importante es el hoy, y por eso decidimos hacerlo ahora. Fue la mejor decisión.

Kathy.

Mira también:

Nicolás de Zubiría tiene la receta para ser el mejor papá

¿Ya leíste nuestra más reciente edición? DESCÁRGALA AQUÍ completamente gratis.

Comments

comments

AQUÍ

  • Publicidad

  • Publicidad