Si Martha, Jennifer, Marcela y Silvana se sentasen a charlar mientras se toman un café, descubrirían que tienen mucho en común. Sin siquiera conocerse entre ellas, existe algo que las uniría: sus hijos nacieron en plena pandemia.
Con la ilusión y la esperanza que trae consigo una nueva vida, contamos en este artículo, las historias de estas cuatro mujeres que accedieron a compartir con nosotros cómo han vivido la experiencia de ser madres en medio de la compleja situación que afrontamos como humanidad; pues para ellas, entre tanta oscuridad, sus hijos son la luz.
¡Soy mamá primeriza! Mi esposo Daniel y yo tuvimos la fortuna de convertirnos en padres en un momento que es, sin duda, complicado para todos, pero que para nosotros ha significado la mayor dicha de nuestras vidas.
Quedé en embarazo cuando ya había iniciado la pandemia. Debo decir que fue un momento de muchas emociones -de felicidad mayormente-. Sin embargo, también hubo incertidumbre. No sentí miedo, porque sabía que debía ser más responsable y tomar las medidas necesarias para contar con buena salud, pero la incertidumbre frente aquello que no dependía de mí, sí estaba presente.
Con el virus, siempre que uno sale a la calle se siente expuesto. No es cuestión de las circunstancias propias del embarazo, es la realidad para todos, y al momento de salir contadas veces a los controles prenatales, era inevitable no sentirme vulnerable. Pero las medidas de bioseguridad estrictas me hacían sentir más segura.
A pesar de llevar un embarazo durante el cual estuve encerrada en casa la mayor parte del tiempo, confieso…
Quedé embarazada el año pasado, comenzando la pandemia. Me enteré el 1 de mayo de 2020.
Al principio, la verdad no me preocupé. Como muchos, pensé que la emergencia epidemiológica iba a ser cuestión de unas semanas (o unos cuantos meses, cuando mucho), jamás imaginé, al enterarme que estaba embarazada, que para diciembre seguirían las cosas igual o, incluso, peor.
Al ver que la situación se alargaba, durante los primeros meses de embarazo sí me sentía muy asustada y expuesta. Mi esposo, Ernesto y yo, íbamos a los controles prenatales con tapabocas N95, con dos frasquitos de alcohol, antibacterial, y máscara transparente. Cuando llegábamos a casa nos bañábamos, nos cambiábamos de ropa; era todo un proceso. Con el pasar de los meses normalizamos la rutina, pero siempre considerábamos un riesgo latente el solo hecho de salir de la casa.
Este embarazo lo viví muy diferente al de mi hija mayor, Isabella. Siempre me mantuve muy activa, haciendo ejercicio, trabajando, viajando, compartiendo con familiares y amigas. Esta vez, me ceñí estrictamente a las visitas al médico, no salía ni al mercado, solo me veía con mis papas, mis suegros y mi hermana (quien también estaba embarazada). Sin embargo, realmente disfruté mucho del tiempo en casa y en familia.
Puede ser que algunas experiencias de mi gestación las haya vivido diferente. Por ejemplo, tuve…
Aunque Santiago nació tres meses antes de que declararan la llegada de la pandemia a Colombia, sin duda es de la generación Covid.
Al principio me frustraba al pensar que mi bebe salió de la cuarentena de recién nacido, para entrar a otra de pandemia. Sentía que no conocía el mundo, la naturaleza, que no sabía qué había más allá de personas tapadas con máscaras. Lamentaba que no conociera a sus abuelos, a sus primos, a sus tíos, que no explorara ni jugara con otros niños.
Durante sus primeros meses de vida sentía mucho miedo, veía la muerte más cerca, algo en lo que las personas jóvenes quizás no pensábamos tanto. Solo el hecho de imaginar que algo nos pasara a nosotros, a nuestros familiares, o a nuestros hijos, me quitaba el sueño. Sin embargo, luego comprendí que todo era cuestión de adaptación; que estaba sufriendo más yo, que él; que el amor, la atención y el cariño que recibía en casa de su papá Antonio, y de su hermano Juan Martín, era más importante que estar en la calle; y que ver a su hermano mayor correr y jugar por la casa, era su mejor distracción.
En las primeras visitas al pediatra para las vacunas, sentía que iba como para la guerra, con mil protocolos de protección, pero tenía la tranquilidad de que su doctor había implementado todos los protocolos de bioseguridad, y que los controles y vacunación del bebé eran prioridad, pues había que protegerlo.
Esos primeros meses encerrados en casa fueron todo un reto, especialmente porque ya tenía a mi hijo Juan Martín de tres años, quien requería también mi atención para afrontar un mundo para él desconocido, el de la virtualidad en su educación. También significó un reto para mí el tema…
Estoy felizmente casada con José María, mi novio desde el colegio, con quien comparto la alegría de tener a Martín, nuestro hermoso hijo de siete años, un niño sano desde el embarazo.
Después de siete años tomamos la decisión de tener nuestro segundo bebe, sin prever que se vendría una pandemia. Esos primeros meses, donde todo era incertidumbre y miedo, no sabíamos qué iba a pasar con nuestras vidas, el mundo estaba paralizado y nos tocaba quedarnos en casa. Sin embargo, después de hablarlo como pareja decidimos continuar con nuestra búsqueda, sabíamos que Dios nos mandaría nuestro bebe cuando él así lo dispusiera.
Solo paso un mes de la búsqueda, cuando en mayo del 2020 quedo embarazada. Me hice la prueba casera y llamé a mi ginecóloga con quien hicimos consulta virtual para cuidarnos y cuidar al bebe, le pedí vernos de manera presencial cuando fuera estrictamente necesario y quedamos en que debía hacerme una primera ecografía a las 14 semanas. Ese día nos dan la gran sorpresa: ¡teníamos un embarazo gemelar y, además, serían dos niñas! Yo quede en “shock” y solo lloraba de la ternura, y mi esposo reía y reía. Antes de hacerme la ecografía bromeábamos mi esposo y yo con la posibilidad de que fueran dos bebés, pero para nosotros era solo un chiste.
Con la segunda ecografía hubo un punto de inflexión en mi embarazo: nos dicen que una de las niñas venía con una cardiopatía, además, severa. El mundo se nos vino abajo y por un momento todo se paralizó. Buscamos segundas opiniones, las cuales nos confirmaron que nuestra bebita Leticia María venía con lo que se conoce como síndrome de corazón izquierdo hipoplásico, una cardiopatía que, según los médicos, es incompatible con la vida.
Las opciones que nos daban eran interrumpir el embarazo o esperar que creciera la niña para saber si sería candidata para cirugía. Sin embargo, el panorama no era tan sencillo…
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