Por Francesca Mancini Posada, psicóloga clínica
Desde que las mujeres descubren que están embarazadas comienza una transformación no únicamente física, sino psíquica, pues se está frente a una crisis en donde la mujer desarrollará la nueva identidad de ser madre.
Para algunas mujeres el embarazo puede ser la bendición más grande que llevan esperando y para otras, el caos más inesperado. Sea cual sea el caso, se trata de un periodo de vulnerabilidad y de sensibilidad creciente.
La ambivalencia emocional es característica en este camino, pues el amor y la alegría pueden convivir con la frustración, el miedo y/o la tristeza. Varios estudios han demostrado que existe una alta prevalencia de episodios depresivos durante el embarazo, por lo cual es muy importante tenerlo en cuenta y pedir ayuda si es necesario.
Es común experimentar lo que yo llamo una montaña rusa de emociones. Los brotes de alegría y de euforia pueden convertirse en momentos de angustia, de sentir que no pueden más, de querer “tirar la toalla”, de querer salir corriendo, y luego, aparece la culpa. Lo anterior no significa que no sientan amor por su hijo. Lo anterior no las hace malas madres. Lo anterior, las hace humanas.
Vivimos en una sociedad, y en un siglo, regido por el deber ser de una mujer que no únicamente debe ser la mejor mamá, sino la mejor hija, la mejor esposa, la mejor cocinera, la mejor realizando actividades y cumpleaños para sus hijos, la mejor profesora, la mejor profesional y la que debe mantener la casa impecable y en orden.
Solo con escribir lo anterior, me generó angustia. Imagínense toda esa carga para una persona que tiene sentimientos, deseos y fantasías como todos. No conforme con esto, se asoma en el mundo un virus misterioso, silencioso y bastante caótico, que la llena de miedo, de incertidumbre y de malestar.
No solo tiene esta mujer que adaptarse a los cambios hormonales en su cuerpo, en su estado de ánimo, en su sentir, sino que encima de todo esto tiene que lidiar con una pandemia y con el pensamiento de que está trayendo una vida a este mundo lleno de caos.
Pero lo cierto es que el caos siempre ha existido. La vida sin caos no es vida. Las crisis traen cambios y traen transformación y por esto, quiero invitar a todas las mujeres embarazadas y a las madres, a que se enfoquen en su bienestar.
No es momento para ser la mejor chef, la más fit ni la súper mamá. Es momento para centrarse y validar sus emociones, sus preocupaciones, y ayudar también a sus hijos a comprender y adaptarse a la situación.
Todas y cada una de las emociones que sienten, aun cuando muchas sean contradictorias, tienen su razón de ser: encuéntrenla. Validen cada emoción, denle lugar, denle espacio y permítanse sentir. No es el momento para hacerse las fuertes y decir que pueden con todo, porque señoras a veces no podemos con todo, y eso, está bien.
Es natural sentirse mal de vez en cuando, es natural sentir angustia en estos momentos y es natural fracasar en algunas cosas. Lo anterior hace parte fundamental del aprendizaje y de la adaptación. Sin embargo, mi recomendación es que validen estos sentimientos y acudan a su red de apoyo.
Estoy segura de que todas y cada una de ustedes cuentan con alguien que las puede escuchar, alguien que confíe en ustedes y las ayude a encontrar soluciones a cada una de las preocupaciones, aun cuando parezcan imposibles.
El peligro es real, claro está, pero lo anterior no puede nublar sus metas ni lo que quieren lograr en este momento, lo cual muy seguramente incluye traer a este mundo a su hijo sano y salvo. Un mundo que está en pausa por el momento pero que renacerá y ustedes y sus hijos, serán parte de este gran cambio y de esta gran transformación.
Por este motivo, decidí realizar una pequeña encuesta entre algunas mujeres embarazadas y unas madres, para dar a conocer sus preocupaciones más frecuentes en tiempos de COVID-19.
En la continuación a este artículo les mostraré los resultados de la encuesta y les compartiré algunas experiencias personales de distintas mujeres, con el fin de conocer las diferentes posturas que varían según las condiciones, la personalidad y la identidad de cada una, pero que se resumen a una misma incertidumbre, ¡recuerden que no están solas!