El embarazo es único y diferente para cada mujer, al igual que la maternidad y la relación que se genera con cada una de tus hijas e hijos. Pero hay algo que suelen tener en común todas las mujeres al convertirse en madres: en cuanto salen del baño, de su habitación o de la clínica con su bebé en brazos, el mundo entero deja caer un velo sobre ellas y se olvidan inmediatamente de sus necesidades.
Recién parida, experimentas una necesidad de proveer a tu cría de todo lo esencial. Por diferentes motivos, podemos comprender que esto es lo normal. De repente hay una persona pequeña e indefensa que necesita cuidados y protección durante 24 horas al día, 7 días a la semana.
Y entonces entras en una burbuja, de la que si eres consciente podrás ir saliendo poco a poco con el paso de los próximos meses; y si no eres consciente, puede que te dejes absorber por la exclusiva tarea de proveer cuidados a tus hijos durante años.
¿Cómo te has sentido después de ser mamá? ¿Dónde ha quedado tu cuerpo, tus emociones, tus necesidades? Aquí entra en juego el concepto del autocuidado en la maternidad.
Cada vez más personas comienzan a darse cuenta de que el cuidado personal no es cuestión de egoísmo. Al contrario, cuidar de uno es el primer paso para cuidar bien a los demás. Si eres madre, esta afirmación cobra aún más sentido.
El autocuidado es una parte fundamental de cualquier rutina de bienestar. Pero es algo más que cuidarse por fuera, es sobre todo una cuestión de salud. El autocuidado abarca muchos aspectos de nuestra vida, desde lo práctico, a lo físico y lo mental y, cómo no, lo espiritual. Por eso, cada mujer, como madre, debe definir qué significa su autocuidado, es decir, qué aspectos de su vida desea y necesita cuidar.
Efectos inmediatos de la falta de autocuidado en la maternidad:
Estos son los tres pilares básicos que se deben trabajar al inicio de la maternidad. Si ya hace tiempo que has sido madre y no has sido consciente de estos efectos, pero sí estás padeciendo alguno de ellos, comienza a ponerle solución hoy mismo.
Busca tu momento para comenzar, pero no postergues eternamente el autocuidado. Vamos a facilitarte 10 claves para que inicies tu plan de acción:
Una hora de AUTOCUIDADO pleno. Sí, pleno y sin excusas.
Busca ayuda para asegurarte esa hora; tu madre, tu pareja, una amiga, alguien de plena confianza, que cuide de tu bebé durante 60 minutos para que puedas desconectarte por completo.
La aprovecharás mejor porque podrás preparar con antelación qué quieres hacer y, además, te aportará una tranquilidad extra el resto del día. Sabrás que va a haber un tiempo para ti misma, y solo la perspectiva de que llegue ese momento, te aportará más calma, disfrute y concentración en el resto de tu jornada.
Durante ese tiempo, crea un espacio de separación física entre tú y el resto del mundo, que te permita conectar mejor contigo misma.
Dedica los primeros días que dispongas de tu hora para hacer una revisión de tu situación y tu estado actual. Puede ayudarte meditar, escribir o investigar qué estás necesitando en los tres aspectos esenciales del autocuidado.
Cuando tengas claro qué aspectos reforzar, busca recursos para dar solución a los dolores físicos, a los desequilibrios emocionales y a tu salud mental. Internet es una gran herramienta, tienes a tu alcance una gran variedad de programas de autocuidado, en los que tú marcas el ritmo adecuado a tus posibilidades y necesidades.
Si percibes que necesitas ayuda profesional para resolver un malestar que te aqueja, nunca dudes en hacerlo.
Muy posiblemente detrás de un dolor físico concreto hay una causa emocional, o una carga mental que se está expresando a través de tu cuerpo. Cuando llega el dolor es porque el cuerpo ya no sabe cómo decirte que hay algo que no está funcionando bien. Busca las causas y trabaja tanto en la parte física, como en la emocional.
Dedica algunos días a hacer una actividad física y otros a darte regalos de autocuidado. Establece 3 o 4 días a la semana para hacer yoga, pilates, correr, nadar; cualquier actividad física que te guste, te motive y te aporte bienestar.
Otros 3 o 4 días cada semana para hacerte regalos. Un paseo, tomar una infusión en una terraza, sentarte a leer, a escribir, ver una serie, darte un baño relajante, un masaje, o un automasaje. Lo que a ti te apetezca más, regálatelo.
La culpa es un enorme lastre que acompaña a las madres. Rompe con ella, repítete hasta la saciedad que tus necesidades satisfechas mejoran tu estado físico y anímico; por tanto, redundan directamente en una mejor atención a tu familia.
Si comienzas a sentirte mejor, no comiences a dejar esta hora de autocuidado. Es más, cuando veas que funciona, y cuando tu peque crezca un poco, comienza a duplicarla algunos días sueltos.
Ponle ganas y comienza a indagar en posibilidades nuevas en las que ocupar este tiempo, que te harán sentir cada vez mejor. Iniciar un nuevo proyecto, una formación, un emprendimiento… Aprovecha tu tiempo para seguir creciendo, te aportará una enorme satisfacción.
Crea y disfruta de tu autocuidado en la maternidad, es una herramienta que puede transformar tu día a día, tu vida, y la de tu familia.
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