Hablamos con la actriz Katherine Porto, quien se encontraba en Galerazamba en medio del rodaje de “Mano Dura”, una nueva producción de Telecaribe, próxima a estrenarse
En esta entrevista conocimos a una Katherine absolutamente real. Nos abrió su corazón y nos contó lo que verdaderamente la apasiona, y cómo ha logrado convertirse en la mujer que es hoy, serena, feliz, y llena de mucho amor.
Cuéntanos de tu participación en “Mano Dura”, la nueva mini serie de Telecaribe.
Primero que todo, no me lo esperaba, porque pensaba que con todo lo de la pandemia, ya no iba a volver este año a un set de grabación. Para mí fue una sorpresa y un honor cuando Andrés Salgado, que es el escritor, me contactó para participar en esta producción que, además, es en mi tierra. Me enamoré de mi personaje: Raquel, una mujer con matices, un personaje oscuro, que se dedica a la prostitución infantil y a las drogas, y que va a dar mucho de qué hablar. La historia es sobre el boxeo y las posibilidades que tienen los niños y jóvenes en los pueblos, y como se aprovechan de ellos para el negocio de las drogas. Tiene 12 capítulos con posibilidades de una segunda temporada.
Hace nueve años iniciaste un camino personal espiritual y de conciencia. ¿Qué te hizo generar ese cambio?
Que vivía una vida de tristeza, depresión, ansiedad. Vivía una vida que no quería vivir, y pensaba que, si la vida era eso, prefería morir. Pero algo hizo clic en mí y pensé que, si iba a seguir viviendo, tenía que haber otra opción: tenía que cambiar yo, y dejar de ser víctima. Dejé de buscar culpables y empecé a empoderarme y ser la dueña de mi vida; allí fue cuando empecé a sanar cosas y buscar la paz. Creo que la base de la felicidad es la tranquilidad, y aprendí a encontrarla en mí, no fuera. El autoconocimiento es un camino largo y bonito.
Yo soy una buscadora, una aprendiz, y cuando tienes esos conocimientos como base, fluyes más, y la vida es fluir. Antes no lo entendía; ahora sé que en la medida en que yo esté bien por dentro, lo demás va a estar bien, porque si hay algo que no te gusta, simplemente lo cambias, y si no lo puedes cambiar, pues lo sueltas.
El ejercicio, la meditación, el yoga, la lectura, son todas esas herramientas que te permiten hacerlo. La meditación se volvió mi motor viviendo en Los Ángeles, donde trabajaba en un centro de meditación. Meditaba todo el día y eso era lo que me daba la paz para estar en un sitio como ese, donde existe la presión social si conseguiste o no castings, que si lo lograste o no. Allá entendí que yo no sueño con ganar el Oscar y caminar por una alfombra roja, y cuando lo comprendí fue mágico. Yo a lo que vine fue a ser feliz, y lo que me da felicidad es conectar con la gente y compartir todas las cosas que me sirvieron a mi y que pueden ayudar a los demás; abrazar a mi hijo; compartir con mis amigos; cocinar; leer; caminar por la playa; estar en un set de grabación, pero porque me lo disfruto, no por el reconocimiento, porque entendí que el reconocimiento primero me lo doy yo.
¿Te ayuda esto a crear de mejor manera un personaje?
Si, claro. Yo empecé a investigar mucho sobre el ser humano, y siempre tenía curiosidad por su comportamiento. Lo primero que hice fue analizarme a mí, y lo hice con la ayuda de una psicoanalista argentina. Luego seguí con la búsqueda de respuestas a muchas preguntas, como porqué me pasaban ciertas cosas, por qué sentía y actuaba de determinada manera. Empecé a sanar emociones y traumas que traía desde la infancia. Cuando una persona se toma el trabajo de hacer eso, puede ver al otro y sus problemas, y esto sirve para la actuación porque empiezas a ahondar en las emociones. El primer personaje que hay que trabajar es uno mismo. Los actores debemos entrar y salir del personaje para nuestra salud mental.
¿Cómo fue entrar al mundo del emprendimiento junto a tu esposo con Matchamor?
Yo siempre soñaba con crear una empresa que me diera estabilidad en los tiempos donde no la hubiera, y el actor se ve sometido a la inestabilidad económica siempre. Siempre lo tenía en la mente, pero no sabía qué.
Yo tomo té desde hace 15 años. Hubo una época de enfermedades como la anemia y encontré que el té tenía la cura, que las plantas sanan. Viviendo en Los Ángeles me conecté mucho con el tema del bienestar y también hice un cambio en mi alimentación cuando empecé el trabajo espiritual. Allí hace cinco años, probé el té matcha, que me revolucionó todo.
Luego acompañé a mi esposo a China y a Japón, donde iba de estudio. Mientras, me dediqué a hacer catas de té, e hicimos la ruta del té por Guangzhou. Me enamoré mucho más del té cuando vi el proceso de producción, y dije “yo quiero”, pero lo veía imposible. Junto con Max (mi esposo) decidimos hacerlo realidad y trajimos nuestro primer cargamento. Empecé a venderlo en grabaciones, luego en redes, y compartiendo poco a poco, todo lo que está alrededor del amor propio, que es mi bandera.
¿Cómo cultivas tu amor propio?
Yo vengo trabajando en el amor propio desde hace mucho tiempo, y desde adentro. No es solo tomarse la foto y decir “qué mamacita estoy”. Es trabajar tus demonios, miedos y tristezas; abrazarte cuando sientes que no te puedes sostenerte tu misma, es como ser tu propia madre. Entendí que, si yo estaba bien, lo demás estaba bien; que para dar amor a los demás, primero me lo tenía que dar a mí. La biblia lo dice, “ama a tu prójimo como a ti mismo”, y yo no lo entendía; hoy sé que primero me amo para poder dar ese mismo amor a los demás.
También es muy importante crear rituales donde tengas una conexión intima contigo mismo. Yo me despierto y, en vez de pararme corriendo, abro mis ojos, doy las gracias por las cosas más sencillas y hago estiramientos. Tenemos que respetar nuestro templo, que es nuestro cuerpo; damos por hecho que nos tiene que sostener. Cuando vino el Covid, quienes no cuidaban su templo, se dieron cuenta que lo debían hacer.
También eres coach angelical. ¿Cómo es esta conexión tuya con los ángeles?
Todos tenemos acceso a los ángeles, es una energía que está disponible para todos. Yo los uso como si fueran mis “parceritos” de vida. Cuando tengo una escena, siempre me conecto con el arcángel Gabriel, que es el que está a cargo de las comunicaciones y los talentos. El arcángel Miguel me acompaña todo el tiempo, porque me da el coraje y la fortaleza; cuando tengo miedo me envuelvo en su luz.
Fotos cortesía de Katherine Porto.
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