Quiénes si no las reinas, las que se viven en cuerpo y alma el Carnaval, las que llegan a todos los rincones de Barranquilla y conocen de primera mano a su gente y su cultura. Quiénes más apropiadas que ellas, para darnos su percepción del valor y el legado de nuestra fiesta.
El Carnaval es mucho más que un legado cultural. Para mí trasciende a lo energético, es una experiencia del espíritu, pues durante el Carnaval todos somos felices porque se olvidan las diferencias y nos damos cuenta de que somos uno. ¿No es eso acaso lo que promulgan todas las religiones? ¡Nosotros lo practicamos a la perfección durante el Carnaval y quedamos como nuevos, porque se nos “embalsama” el alma! Así que sí, el legado no es sólo cultural, el legado también es para el corazón.
El mayor legado cultural del Carnaval de Barranquilla indudablemente son los hacedores, quienes son los que han hecho posible que se haya institucionalizado como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. Ellos nos dejan un legado en la música, en el baile, en la historia, pero no se queda allí, sino que permiten inmortalizarlo de generación en generación a través de la tradición.
Uno de los múltiples legados que nos ha dejado el Carnaval de Barranquilla es esa huella que vive en cada uno de nosotros, a lo que le hemos llamado el Gen Carnavalero, que es esa característica de la personalidad del barranquillero que nos hace alegres, creativos, recursivos, abiertos y que hace que cada año vivamos el carnaval al máximo y que preservemos y gocemos sus tradiciones, que es otro gran legado del Carnaval.
Esa variedad de expresiones que forman parte de la influencia africana, española e indígena, así como… continúa.