Por Papá Jaime / IG @papa.jaime
Hay palabras, frases y pensamientos negativos que pueden guardar mucho rencor. E independientemente de ser exteriorizados o no en un momento dado, pueden causar mucho daño. Expresiones como “Sólo deseo que te pudras en el infierno, que recibas lo que te mereces”, “Te odio con todas las fuerzas de mi corazón”, “Por qué tuviste que aparecer en mi vida”, etc. son pensamientos y frases características de un niño o joven que está siendo acosado, o matoneado por otros.
¿Te has puesto a pensar qué puede pasar dentro de la mente de un niño que diariamente está siendo presa de la burla y el ataque de otros? ¿Cuál es el efecto de sostener en el tiempo esos pensamientos mezclados con emociones dañinas? ¿Cómo se sentirá a diario alguien que calla el maltratado sistemático que padece? ¿Cultiva esos sentimientos de odio hacia esa o esas personas que le hacen bullying, reviviendo mil veces las mismas escenas en su mente y su corazón?
Cuando diariamente y durante un largo período de tiempo alguien revive sensaciones de angustia, dolor y frustración, se va volviendo esclavo del miedo que habita su mente y su cuerpo. El rencor es el gran generador de las heridas del alma y se vuelve tóxico porque toda la vida de la persona que está siendo maltratada va a girar alrededor de su acosador, lo resiente y vuelve a experimentar el dolor, una y otra vez, al recordar lo sucedido. Si estos sentimientos persisten con la misma intensidad y siguen siendo muy frecuentes, comenzarán a hacer una herida muy profunda en el interior de quien está siendo matoneado, y es por esto, que vemos niños y jóvenes que llegan a tomar medidas extremas como suicidarse, al sentirse atrapados sin sentido en una soledad interior inmensa, llenos de miedo, vergüenza, e impotencia.
Estos niños y jóvenes que vemos a diario sin ganas de ir al colegio, inventando excusas, enfermedades, y disculpas para no tener que enfrentar a los compañeros que les están haciendo la vida imposible, se sienten solos, porque el matoneo les roba la confianza, la alegría por la vida, y los vuelve esclavos del miedo.
Ante el matoneo, hago un llamado a todos los niños, jóvenes, maestros y padres de familia, para que revisen a conciencia cómo están actuando ante esta problemática:
– ¿Conoces a alguien a quien estén matoneando? ¿Qué haces? ¿Te quedas callado por miedo? La próxima vez que veas a alguien que está sufriendo de matoneo, actúa, habla, ayuda, apoya; una palabra tuya de soporte podrá salvar su vida.
– ¿Conoces a alguien que matonea y le hace daño a otros? ¿Por miedo te quedas callado y te haces el loco? La próxima vez llénate de coraje y denuncia, confronta, no te conviertas en un testigo silencioso del dolor de otros, porque ello también te convierte en cómplice.
– ¿Eres tú quien está siendo matoneado? No te desesperes, no te avergüences, no eres el único que está pasando por esto, y probablemente tienes grandes cualidades que despiertan envidia en los demás. Entiende que no estás solo, confía en tu madre, en tu padre, en un familiar, hay muchas opciones y formas de enfrentar este tema.
– Si eres maestro, revisa muy bien qué estás diciendo a tus alumnos, pues tus palabras pueden repercutir negativamente en la mente de estos niños y jóvenes. No seas indiferente ante esta problemática, en tus manos puede estar la oportunidad de salvar una vida.
– Si eres padre o madre, escucha atentamente a tus hijos. Si ellos se aíslan, si expresan que tienen miedo, que se sienten enfermos, que no quieren ir al colegio, no los obligues a asistir. Indaga, escucha y no juzgues a tus hijos ni los catalogues de tontos, cobardes o incompetentes. Detrás del miedo que ellos pueden estar sintiendo, fácilmente puede estar la amenaza del suicidio, y así dejar de sentir el sufrimiento que les desata el rechazo y el acoso de quienes se suponen deberían ser sus amigos.
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