El doctor Fernández De Castro es barranquillero, bachiller del colegio Carl C. Parrish, odontólogo de la Universidad Javeriana (Bogotá), y especialista en Rehabilitación Oral. Escogió como opción profesional la odontología porque además de la pasión que siente al ejercerla, esta carrera encarna para él un gran significadlo, como es poder ayudar a muchas personas a mejorar la calidad de su salud oral, y, por ende, su vida y su autoestima.
Desde muy joven, se identificó como amante de los animales, y desde entonces no ha dejado de estar acompañado por distintas mascotas a las cuales ha acogido como parte importante de su familia. Iniciando su hogar, llegó a tener tres perros: dos labradores, Mateo y Angie; y un maltés llamado Daniel.
Ya en la madurez, se volvió un apasionado de los deportes. “Durante toda mi vida evité hacer deportes, no me gustaba hasta que, al cumplir 45 años mi gran amigo, Zeky Sabbag, me introdujo en el mundo de las competencias de triatlón. Al principio lo acompañaba como un observador, pero después pasé de no hacer nada, a nadar, trotar y montar bicicleta de ruta. Ya llevo un par de años en eso, y he realizado siete carreras de Ironman 70.3”, manifiesta.
El doctor Fernández de Castro se emociona al hablar de su familia: “Mi hija Isabella está en Penn State haciendo su segundo año de estudio en Biología Molecular y Bioquímica. Los mellos, Carlos y Pablo, cursan octavo de secundaria en el KCP y en el Marymount respectivamente. Son muy diferentes entre sí, y cada uno es especial. Carlos es un Juniorista a muerte, a quien acompaño al estadio. Pablo en cambio, ama los juegos electrónicos y me acompaña los fines de semana a “Colitas de Amor”, un programa de Francisco Salcedo que rescata perros y gatos callejeros. Nosotros lo apoyamos alimentando y operando animalitos que luego damos en adopción”.
En su misión laboral y personal, siempre lo acompaña su esposa, Thalma Galindo, quien es odontóloga al igual que él. Están casados desde 1996, cuando estaban terminando su especialización, ella en odontología pediátrica, y él, en Rehabilitación Oral, ambos javerianos.
Recuerda que como la especialización de la gorda (como cariñosamente le dice a su esposa) era más corta que la suya, ella se encargó de trabajar y producir mientras él terminaba sus estudios de postgrado.
De Bogotá se trasladaron a Barranquilla, su ciudad natal, e iniciaron el ejercicio profesional en un consultorio de 48 mts2. De eso hace ya 23 años durante los cuales no sólo crecieron en experiencia, y prestigio, sino también en dimensiones físicas al crear CFC Odontología Avanzada Integral, una de las clínicas más modernas del país, líder en odontología integral, con un espacio de 450 mts2 distribuidos en 12 consultorios totalmente dotados, un área de esterilización, área de radiología con tomógrafo para tomar radiografías en 3D, equipos de escáner intraorales, una zona de laboratorio digital odontológico, y una sala de espera con diferentes juegos diseñada exclusivamente para pacientes menores de edad, lo cual obedece al objetivo de hacer la experiencia placentera.
Con evidente orgullo, el doctor Carlos Fernández de Castro explica: “Tenemos la tecnología para realizar al 100%, todo el flujo de Odontología digital, al igual que cirugías láser que favorecen la rápida cicatrización de los tejidos y contribuyen a mejorar el período post operatorio. Contamos con dos microscopios utilizados para diagnosticar fisuras y fracturas radiculares y facilitar la adaptación de nuestras restauraciones. Nuestro laboratorio dental es tal vez el más moderno de la ciudad, con capacidad de entregar en menos de 24 horas, coronas libres de metal, y carillas en disilicato. También utilizamos implantes de la casa comercial Straumann, con garantía total de calidad para el paciente”.
Para guardar un equilibro entre su trabajo y la familia, el doctor Carlos Fernández De Castro además de compartir tiempo de calidad con los suyos, cuida con especial esmero los tres perros y dos gatos que tiene en su hogar. “Uno de los perros lo recogí en la carretera Cartagena / Barranquilla. Los animales aportan a los seres humanos una sensibilidad diferente frente a la vida. Ellos dependen de las personas”, manifiesta.
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