Britney Spears rompió su silencio el martes sobre el desgarrador documental que explora su vida y aseguró que se quedó “avergonzada” y llorando por la forma en que fue retratada.
El trabajo de The New York Times, Framing Britney Spears, analiza el ascenso a la fama de la superestrella del pop, así como la batalla por la tutela por su patrimonio y el movimiento #FreeBritney impulsado por sus seguidores.
“No vi el documental, pero por lo que vi, me sentí avergonzada bajo la luz en la que me pusieron”, escribió el martes la cantante de 39 años en Instagram. Y añade: “Lloré durante dos semanas y bueno…. ¡¡¡Todavía lloro a veces!!!!”.
También se refirió al escrutinio público y de los medios de comunicación al que se ha enfrentado a lo largo de su carrera, que se relató en el documental que fue emitido en EE UU el mes pasado: “Mi vida siempre ha sido muy analizada… He estado expuesta toda mi vida actuando frente a la gente. Se necesita mucha fuerza porque siempre he sido tan juzgada… insultada… y avergonzada por los medios… y todavía lo soy hasta el día de hoy”. Y agregó: “¡¡¡Todos los días bailar me da alegría!!! No estoy aquí para ser perfecta… es aburrido… estoy aquí para transmitir amabilidad».
Framing Britney Spears aborda los complejos años de la cantante tras su crisis a mediados de la década de los 2000 y el rol que tuvo la prensa en su colapso, cuando llegó a ingresar en un centro de salud mental, perdió la tutela de sus hijos e incluso la capacidad legal para decidir sobre su fortuna.
Esta es la primera vez que la cantante ha hablado públicamente acerca del documental y lo hace en plena batalla con su padre para que este ya no sea su tutor, designado hace 13 años. La semana pasada Spears solicitó legalmente la renuncia de Jamie Spears, quien tiene control total sobre la cantante.
“Puede decidir quién puede visitarla, ponerle guardaespaldas 24 horas al día, firmar contratos y acuerdos, tomar decisiones sobre su casa y sus tarjetas de crédito”, contó Liz Day, la periodista que ha llevado a cabo la investigación.
Spears, de 39 años, accedió a que su padre, Jamie, se convirtiera en su tutor legal en 2008, un periodo marcado por un comportamiento errático en el que perdió la custodia de sus hijos. En esa época, en pleno auge de su popularidad, siendo carne de tabloides, asunto de debates televisivos y blanco de ataques por los sectores más conservadores, el control legal y financiero pudo tener sentido, pero ahora con Spears manteniendo una vida de trabajo más sosegada, con una pareja estable y una buena relación con sus hijos, la artista no lo ve necesario.
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