Por Joaquín Mattos Omar
VOCES DE UNA ÉPOCA DORADA
Separadas entre si por tres décadas del siglo XX. ‘Voces’ y ‘Crónica’ son, sin duda alguna, las dos más importantes revistas culturales de la historia de Barranquilla. Aunque tenían una periodicidad diferente y se publicaron en distintas circunstancies histórico-sociales, los méritos en que se sustenta esa preeminencia son, en su mayor parte, comunes a ambas, e incluso al menos dos de sus más señeros miembros pertenecieron tanto a la una como a la otra.
«Voces’, que se autodefinía como una «Revista de Ciencias, Letras y Artes», circuló durante dos años y ocho meses, a partir del 10 de agosto de 1917. Si bien tenía un carácter decenal, los 60 números que publicó en total durante el mencionado período indican que, en promedio, apareció en la práctica cada 15 días. La iniciativa de su fundación surgió en el seno de una tertulia de la que hacían parte escritores e intelectuales como Enrique Res trepo, Gonzalo Carbonell, Julio Enrique Blanco, Roberto Castillejo, Hipólito Pereyra (seudónimo de Héctor Parias), Julio Gómez de Castro y el catalán Ramón Vinyes, quien entonces atendía su concurrida (y con el tiempo famosa) librería R. Viñas & Co.
Su primer director fue Julio Gómez de Castro, crítico literario barranquillero, quien ejerció esa misión durante las doce entre gas iniciales de la revista; de ahí en adelante, y hasta el último número, la dirección estuvo a cargo de Hipólito Pereyra, un ex céntrico poeta y periodista que terminaría su vida asesinado en la cárcel Obando. Pero, sin duda alguna, aunque figuraba apenas en la bandera como coordinador, el rol que cumplió en la revista Ramón Vinyes fue de primerísima importancia, hasta el punto de que la mayoría de los investigadores (ojo, la mayoría, no todos) lo considera el gestor y nervio central de la publicación.
‘Voces’, al contrario de lo que reclamaban los nacionalistas litera ros, se caracterizó desde un principio por su gusto cosmopolita. En sus páginas, en traducciones de primera mano, aparecieron los auto res que en Europa, América Latina y Colombia ocupaban la línea de vanguardia en aquel momento. Del Viejo Continente, hay que mencionar a André Gide, G. K. Chesterton, Aloysius Bertrand, Guillaume Apollinaire, Pierre Reverdy, Max Jacob, Jules Renard, Paul Dermée y Eugenio D’Ors; de Nuestra América, Vicente Huidobro, José María Eguren, Carlos Pellicer, Gabriela Mistral, José Enrique Rodó y José Juan Tablada (su famoso «Nocturno alterno» se publicó en el número 46); y de nuestro país, León de Greiff, Gregorio Castañeda Aragón, Miguel Rasch Isla, José Félix Fuenmayor, Luis C. López, Efe Gómez, Victor Manuel García Herreros, Julio Enrique Blanco y Enrique Restrepo, estos dos últimos encargados de los ensayos de filosofía.
Fue un medio crítico con la tradición nacional, corrosivo a la hora de fustigar figuras que eran tenidas por glorias literarias. Paradójica mente, cuando apenas se iniciaba la que iba a ser una década de extraordinario progreso para Barranquilla, las dificultades económicas pusieron fin a la fecunda actividad de ‘Voces’. El último número salió a luz el 30 de abril de 1920.
CRÓNICA DE UNA RENOVACIÓN
Si un abril vio fenecer a ‘Voces’, otro abril, 30 años después, vio nacer a ‘Crónica’, un semanario de curiosa naturaleza mixta, pues combinaba contenido literario con contenido deportivo en sus páginas de formato tabloide, un experimento que hoy día no sería des cabellado volver a ensayar. Su primera edición salió el sábado 29 de abril de 1950.
La idea de su creación surgió también, como el caso de ‘Voces’, de un cenáculo, formado este a finales de los años 1940, pero hay que precisar que tal idea tuvo en uno solo de sus integrantes su concepción inicial y su tenaz gestación y defensa posteriores hasta el parto final, que se demoró por lo menos dos años: Alfonso Fuenmayor. De hecho, Fuenmayor fue de principio a fin su director, acompañado, eso sí, de un ‘staff’ de lujo: Gabriel García Márquez era el jefe de redacción y el comité editorial incluía, entre otros, a Germán Vargas Cantillo, Álvaro Cepeda Samudio, Ju lio Mario Santo Domingo, Meira Delmar y dos miembros de la desaparecida ‘Voces’, quienes, con ello, de alguna manera conectaron un proyecto con otro: Ramón Vinyes y José Félix Fuenmayor. A ellos se sumaba la estupenda nómina de ilustradores: Alejandro Obregón, Orlando Rivera (Figuritas’) y Alfonso Melo.
Como puede verse, quienes hicieron el semanario ‘Crónica’ fueron ni más ni me nos que los integrantes de lo que, a partir de unos pocos años después, se denominaría el Grupo de Barranquilla, una categoría literaria y cultural que en la actualidad es conocida y estudiada hasta en la China.
Como ‘Voces’, ‘Crónica’ publicó lo más novedoso que existía entonces en el mundo de las letras, particularmente en un género en el cual de alguna manera se especializó: el cuento. Así, ofrecieron a sus lectores -que adquirían la revista en las tiendas de comestibles de los tres sectores históricos de la ciudad, Rebolo (antiguo Barrio Arriba), el centro y el Barrio Abajo- cuentos de William Faulkner, Erskine Caldwell, William Saroyan, Ernest Hemingway, Aldous Huxley y Georges Simenon, entre los norteamericanos y europeos; de Felisberto Hernández, Eduardo Mallea y Jorge Luis Borges, entre los latinoamericanos -del autor de ‘Ficciones’, que apenas nadie leía todavía en Colombia, publicaron dos cuentos: «Emma Zunz», en el número 7, del 17 de junio de 1950, y «La forma de la espada», en el número 25, del 14 de octubre del mismo año-; y de José Félix Fuenmayor, Hernando Téllez, García Márquez, Cepeda Samudio, Próspero Morales Pradilla, Tomás Vargas Osorio, Arturo Laguado… ¡y Julio Mario Santo Domingo!, entre los colombianos.
Hay varios cuentos de García Márquez que, según él mismo cuenta en ‘Vivir para contarla’, se debieron a su trabajo en el semanario, pues los escribió para «llenar espacios imprevistos en la angustia del cierre». Son ellos: «De cómo Natanael hace una visita», «Ojos de perro azul» y «La noche de los alcaravanes». Otros cuentos suyos que, aunque no se escribieron en las circunstancias señaladas, se publicaron en la revista barranquillera fueron «Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo» y «Alguien desordena estas rosas».
La vida de ‘Crónica’ fue mucho más corta que la de ‘Voces’, ya que sólo circuló durante 14 meses, pero en ese lapso produjo casi tantas ediciones como la otra: 58. El último número del semanario apareció el 28 de junio de 1951.
Vanguardistas, rigurosas, críticas, cultoras de la ironía, bien escritas, impresas en papel ordinario, ‘Voces’ y ‘Crónica’ representan, como he dicho, las dos instancias culminantes de las publicaciones periódicas culturales que han existido en Barran quilla. Dentro de estas similitudes, había, no obstante, algo que las diferenciaba -aparte del hecho de que la segunda, como no lo hizo la primera, practicó el periodismo puro y duro-, algo que tal vez era el tono o el talante, y que, me parece, se refleja en la divisa de cada una. La de ‘Voces’ era una máxima de La Ro chefoucauld, citada en su lengua original: «Les esprits médiocres condamnent d’ordinaire tout ce qui passe leur portée» (Los espíritus mediocres suelen condenar todo aquello que está fuera de su alcance). La de ‘Crónica’, en cambio, era una frase anónima -aunque se sabe que fue acuñada por García Márquez- que tenía el aire de un eslogan publicitario: «Su mejor ‘weekend'».
Maluma confirma que tiene novia y las redes enloquecen