Este domingo un portavoz de los duques de Sussex ha confirmado que la pareja ha sido invitada a la coronación del Rey Carlos III, que se celebrará el próximo 6 de mayo, el mismo día del cuarto cumpleaños de su hijo Archie.
«Recientemente han recibido correspondencia por correo electrónico de la oficina de Su Majestad con respecto a la coronación«, ha asegurado este portavoz a ‘The Sunday Times’. A la vez, que se ha negado a confirmar su asistencia «no revelaremos una decisión inmediata sobre si el duque y la duquesa acudirán».
No se han cumplido pues los pronósticos de aquellos que señalaban que habían sido excluidos de la lista de invitados por sus explosivas entrevistas y la polémica biografía de Harry. Al parecer ha habido un retraso en el envío de las invitaciones debido a una lucha de poder interno entre varios departamentos del gobierno británico, según reseñan medios británicos.
A pesar de su distanciamiento, Carlos III ha invitado al príncipe Harry y a Meghan Markle a su coronación, pero aún no se confirma su asistencia. Lo que está claro es que si finalmente deciden acudir, Harry no tendrá un papel esencial en el solemne acto sino que ocupará un segundo plano en calidad de familiar del jefe de Estado.
Quién sí desempeñará un rol significativo será el príncipe George, de 10 años, porque, aunque no esté establecido en la tradición real, al ser el segundo en la línea de sucesión al trono su abuelo le quiere otorgar cierto protagonismo. Está previsto que antes del gran día, el monarca se reúna con los príncipes de Gales para determinar qué función cumplirá concretamente su primogénito en la coronación.
Lo que también está en el aire es saber si los retoños del príncipe Harry: Archie (3) y Lilibeth (1), recibirán los títulos de príncipe y princesa que corresponden según establece el protocolo que el rey Jorge V puso en marcha. La que fuese protagonista de «Suits» siempre ha mostrado su interés en que los niños tengan esta distinción real porque esto les podría garantizar una mayor seguridad, pero, por el deseo de Carlos III de reducir el número de miembros de la monarquía puede que esta petición no llegue a hacerse realidad.
Esta misma semana, precisamente, el monarca británico ha comunicado a los duques de Sussex que tendrán que abandonar Frogmore Cottage, la que, hasta su estancia en el Reino Unido, había sido su vivienda asignada. Una casa de campo situada en los terrenos del castillo de Windsor en la que contaban con todo tipo de medidas de seguridad.
La mudanza no se producirá de manera inmediata, sino que todo apunta a que el matrimonio real dispondrá hasta el verano de la vivienda, que, a partir de entonces, sería ocupada por el príncipe Andrés.
Este sábado, el hermano del príncipe William fue entrevistado por el doctor y experto en traumas infantiles, Gabor Maté durante un simposio sobre el cuidado de la salud mental. Con sus palabras reflejó cómo el estricto entorno de la corona no había sido lo más idóneo para crecer y aseguraba que se alegraba de que sus hijos pudieran tener una infancia diferente a la suya, con más libertades y comprensión.
Durante su encuentro con el gurú de la autoayuda, le confesó que tuvo que mudarse a Estados Unidos con su familia para «romper el ciclo del dolor» y que la marihuana y algunos psicodélicos han sido fundamentales en su recuperación. Unas afirmaciones que, posiblemente, no hayan sentado demasiado bien en el seno de los Windsor.
Mientras tanto, Carlos III, era visto este domingo por primera vez desde que se reveló la invitación y el desalojo de Frogmore Cottage y se le vio sonriente. El Rey acudió sin su esposa Camilla a un servicio religioso en St. Mary Magdalene, en Sandringham. A su llegada saludo cariñoso a la prensa sin dar importancia a las últimas declaraciones de su hijo, el príncipe Harry. Parece que se va acostumbrando.
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