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PERSONAJE

Publicado 18 octubre, 2024


Amarla Boutique Hotel: una casa familiar
en el corazón de la Ciudad Amurallada


María Eugenia Clavijo.
Vestido: Anglé @angle.col
Foto: Daniela Murillo @danimurillophoto


Si tuviéramos que imaginar a Cartagena como un organismo vivo, entonces Amarla Boutique Hotel ocuparía la cavidad del corazón. No sólo porque se encuentra en un punto neurálgico del centro histórico – por cuyos callejones adoquinados, de vetusta arquitectura colonial, fluye un río asombrado de visitantes–, sino también porque es fuente de vitalidad, un íntimo y recatado reducto donde los huéspedes vienen a buscar un especial tipo de conexión.


Un espacio familiar


Inscrito en la categoría de boutique hotel, debido a sus dimensiones, Amarla, más que un hotel, es un espacio familiar, una casa de tres pisos de concienzuda decoración, a la que se llega con la sensación de ya haber estado allí, de ser el hermano o hermana que vuelve a reencontrarse con el calor de sus recovecos y que se despide con el deseo de volver pronto.

“Amarla Boutique Hotel nace en 2019 con el propósito de ofrecer una experiencia sensorial y humana a sus visitantes, a través de un servicio altamente personalizado —refiere su gerente, María Eugenia Clavijo—. Nos esmeramos por preservar el aura colonial de la casa. Por eso no tenemos llaves magnéticas ni laptops en la recepción”.

Cada una de sus siete habitaciones (tres clásicas, dos suites y una dúplex), además de estar insonorizada, se inspira en un ave (colibrí, tucán, quetzal, maría mulata, garza, periquito y guacamaya), con lo cual se acentúa la sensación de ingravidez de quien cruza el umbral y está dispuesto a dejar de lado las preocupaciones cotidianas para conectarse con el espíritu de Amarla.



Una decoración cosmopolita


Universalidad es una palabra en la que se piensa al ver su decoración, la idea subyacente de que más que ser oriundos de un lugar, somos ciudadanos del mundo –y que, como tal, tenemos la responsabilidad de cuidarlo–, de que las fronteras son imaginarias y de que, aunque nuestra piel sea oscura, amarilla o blanca, no somos más que partes de un Gran Todo. Las batas de los baños, por ejemplo, son kimonos de seda que evocan el misticismo japonés; las toallas son turcas; el tótem de sabiduría que se encuentra en el Santuario del Gran Salón, un espacio común de la casa, fue traído desde Bali, pero también hay objetos traídos desde la India y de otras partes del globo.


“Los productos nacionales, por supuesto, no podían quedar excluidos —añade la gerente—: las alfombras son de Verdi Design, la vajilla es fabricada por una artesana bogotana y las sillas del comedor son de Tucurinca”.


Habitación suite deluxe con balcón.


 Nada allí, por ende, es gratuito, todo está cargado de significación, de manera tal que la suma de cada elemento, operando sobre cada órgano sensorial, deviene en una inmersión única en una atmósfera cargada de misticismo. Pero nada representaría lo anterior para el visitante si no estuviera respaldado por la atención del personal. En la cocina, el establecimiento cuenta con la presencia de la chef  Estela Quiroz, una cartagenera de pura cepa que impregna cada plato con ese toque secreto de la comida casera, mezcla de conocimiento ancestral con la huella digital que cada cocinero imprime en sus creaciones. Al final, se prepara para consumo exclusivo de los huéspedes un variado repertorio de alimentos que dejan por igual de satisfechos tanto a los vegetarianos como a los que no lo son.


“En Amarla, los desayunos no tienen una hora límite para ser servidos. Los huéspedes lo pueden tomar a la hora que quieran. El tener pocas habitaciones nos permite contar con todos los medios para ofrecerles a quienes nos visitan la mejor de las muestras de la hospitalidad caribe, pero sin invadir su espacio personal”.


Comedor en el patio central de Amarla.


Son diversos los gestos de Amarla para reforzar este impresión, desde infusiones aromáticas con poderosos efectos relajantes, hasta catas de ron y tabaco. Y para que el descanso sea aún mayor, los visitantes pueden tomar el sol en la piscina del tercer piso, recibir masajes, sesiones de yoga o meditación, con la imponente vista de la catedral a la distancia.


Boda en el roof top Amarla.


“Por último y no menos importante, manejamos un sistema de reciclaje con la Fundación Green Apple y nos damos a conocer como LGBT Friendly”, recalca María Eugenia Clavijo.


Texturas, matices, sabores, calidez en el trato, respeto por la madre Tierra y por la inclusión de género, todo esto y más es lo que encuentran los visitantes en Amarla Boutique Hotel. Del mar a amar hay una letra. De amar a Amarla un destino, una experiencia íntima en el corazón de la Ciudad Amurallada. Amar al mar, amar a Amarla.



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