La ciudad de Barranquilla, la más grande del Caribe colombiano, yace a 20 kilómetros de la desembocadura del río Magdalena. La caudalosa vía navegable es el escenario de algunas de las obras más conocidas del premio nobel Gabriel García Márquez. Los caimanes, loros y manatíes del río fueron retratados en El amor en los tiempos del cólera (1985), donde se mencionan las amenazas contra estas especies.
Barranquilla, conocida como la Puerta de Oro, ha sido un importante puerto de acceso a Colombia desde la época colonial. La ciudad hoy representa el 27% del producto interno bruto costero de Colombia.
Pero el crecimiento económico ha tenido un precio. La expansión urbana, la navegación y el vertido de aguas residuales han impactado la biodiversidad en el delta del río, degradando los hábitats de cría de peces y caimanes.
Barranquilla está buscando revertir esta tendencia y convertirse en la primera ‘biodiverciudad’ de Colombia, un área urbana totalmente integrada con su biodiversidad.
La municipalidad planea proyectos de infraestructura para acercar a los residentes al delta del río, el Mar Caribe y la abundante diversidad biológica del área. Un malecón de más de 5 km a lo largo de la ribera del río ya se ha construido y se restaurará un importante humedal costero que incluirá senderos para la observación de aves y otras infraestructuras.
La iniciativa atiende al llamado del Gobierno de Colombia, anfitrión global del Día Mundial del Medio Ambiente 2020, a poner la naturaleza en el centro del modelo de desarrollo. Barranquilla ahora es pionera entre varias urbes en su objetivo de convertirse en una ‘biodiverciudad’.
Colombia, uno de los países más biodiversos del mundo, alberga paisajes ricos y variados, como la cordillera de los Andes, los densos bosques de la Amazonía, las costas del mar Caribe y el océano Pacífico o las llanuras de la Orinoquía. Las urbes a menudo están rodeadas de páramos, humedales, bosques tropicales, pastizales o manglares.
“Esas ciudades tienen que vivir protegiendo la biodiversidad y el medio ambiente para asegurar una economía circular, y así podemos acoger el concepto de ‘producir conservando y conservar produciendo’”, dijo el presidente de Colombia, Iván Duque Márquez, durante el Foro Económico Mundial de Davos en enero de 2020.
Una nueva oportunidad para la ciénaga de Mallorquín
Este año, las autoridades de Barranquilla anunciaron la primera iniciativa de la “biodiverciudad”: restaurar la ciénaga de Mallorquín en el estuario del río Magdalena. Esta laguna costera está separada del mar Caribe por una estrecha playa, y de la desembocadura del río por un dique construido para permitir el ingreso de los barcos de carga al puerto de Barranquilla.
Por años, las aguas contaminadas, la tala y la sedimentación diezmaron la capacidad de la ciénaga de secuestrar el carbono de la ciudad, y proporcionar alimentos y fuentes de ingresos a las comunidades locales de pescadores.
A pesar de ello, la ciénaga aún conserva cuatro especies de mangle -incluido el amenazado mangle rojo-, 81 especies de aves, 15 de invertebrados marinos, nueve de peces, nueve de anfibios y siete de reptiles.
El nuevo proyecto incluye obras de saneamiento en el río Magdalena, y senderos e infraestructuras para actividades turísticas sostenibles como el avistamiento de aves.
“Hoy les podemos decir a nuestros visitantes que no sólo tenemos río, sino que también tendremos mar y ciénaga. Es una recuperación ambiental, pero también una recuperación que nos permite darle dignidad a las poblaciones que viven en los alrededores de la ciénaga. Esta es la primera muestra visible de nuestra apuesta por la ‘biodiverciudad’”, dijo el alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo.
Al otro lado del río, la ciudad colinda con la Vía Parque Isla Salamanca, un área protegida de manglares de más de 500 km², con una alta diversidad especies, y un importante sitio de descanso para las aves migratorias de las Américas.
Barranquilla también facilitará el acceso de los visitantes a la Vía Parque Isla Salamanca, un área protegida de manglar de más de 500 km² y un importante lugar de descanso para las aves migratorias. En un reciente BioBlitz en el área, los voluntarios identificaron 207 especies en cinco horas.
“A partir de la ‘biodiverciudad’, queremos impulsar un cambio de comportamiento para que los ciudadanos valoren más nuestros maravillosos recursos forestales, hídricos y marinos”, dijo el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia, Ricardo Lozano.
“Hay que contarle a la gente que los árboles, entre ellos los manglares, pueden protegernos de las consecuencias de las sequías o de las inundaciones y que nos garantizan sostenibilidad. Hay que cuidarlos”, añadió Lozano.
El desafío urbano
Conservar la biodiversidad es fundamental a medida que las ciudades se expanden. Más de la mitad de la población mundial ahora vive en ciudades. Las Naciones Unidas calculan que, para 2050, 6.700 millones de personas vivirán en ciudades -cerca de 70% de los habitantes del planeta-. Las ciudades generan aguas residuales, desechos y contaminación del aire, y afectan los ecosistemas que les rodean y también los lejanos.
“Nuestra salud está atada a la salud de la naturaleza. Estamos perdiendo especies más rápido que en cualquier otro momento de la historia y ya hemos alterado tres cuartas partes de la superficie terrestre del planeta. Integrar la biodiversidad en el desarrollo de las ciudades es una medida urgente”, dijo Leo Heileman, director regional del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) en América Latina y el Caribe.
Fuente worldenvironmentday.global
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