Por:Roberto Morales
El Real Madrid repitió triunfo con clara superioridad ante su gran rival, el Barcelona, en la vuelta de la Supercopa de España (2-0), un partido marcado por un nuevo golazo y la brillantez de Marco Asensio y por la superioridad madridista en una primera mitad apabullante, con presión alta asfixiante.
Fue el primer partido de este curso en el que el equipo de Zinedine Zidane logró mantener la puerta a cero.
Las claves de la conquista de la Supercopa de España por el Real Madrid fueron:
el niño de oro puso en pie al Santiago Bernabéu, provocó una reacción común en 80.000 personas, las manos a la cabeza y caras de asombro ante un nuevo zurdazo de 30 metros a la escuadra. Su partidazo no fue solo el gran gol que rompió la final a los 4 minutos y convirtió en sueño imposible la esperanza de remontada azulgrana. Se divirtió en una cita de las grandes: mostró su personalidad, dio velocidad siempre al juego, soltó taconazos, brilló en el pase y en la transición. La diferencia con las prestaciones de Gareth Bale como titular alimentan un debate irrefrenable.
la ventaja de dos goles de la ida no invitó a la especulación a los jugadores madridistas. Se sienten superiores en el presente al Barcelona y salieron a demostrarlo ante una afición que disfruta al máximo del momento de supremacía. Se instalaron en campo rival con una línea de presión muy alta que asfixió la construcción azulgrana y anuló una de sus señas de identidad. Con robo en terreno contrario, la apuesta de Zidane fue jugar con velocidad y acabar jugadas. Por primera vez en muchos años, la posesión cayó de lado madridista.
no se le había visto hasta la fecha en la pretemporada y dejó su mejor partido del curso. Le vino bien el cambio a defensa de tres del técnico barcelonista, Ernesto Valverde, para encontrar espacios donde explotar sus virtudes. También le favoreció el cambio de Zidane al dar descanso a Bale y colocar un dibujo con una segunda línea. Rescató su olfato goleador para firmar la sentencia con pillería, tras adelantarse a Samuel Umtiti. Tenía hambre de su primer gol, para evitar la aparición de la crítica en un año sin competencia.
Keylor Navas tuvo la fortuna que siempre necesita un portero en partidos grandes. Vio a Leo Messi estrellar un zurdazo en el travesaño y a Luis Suárez lanzar un cabezazo al poste, pero el Real Madrid consiguió por primera vez no encajar goles. La defensa fue la única línea en la que Zidane no rotó. El Barcelona necesitaba goles para la remontada y se encontró con la firmeza madridista. Especialmente brillante estuvo Raphaël Varane, que crece ya sin Pepe para tomar galones como pareja de Sergio Ramos.
como ocurrió en el Camp Nou, una de las claves fue anular a Leo Messi. Para ello Zidane repitió marcaje individual con Mateo Kovacic, que se llevó la ovación de su afición. Le persiguió por todo el campo para impedirle brillar con un sistema de ayudas que siempre encontró la colaboración de Toni Kroos o la rápida salida desde la cueva de Sergio Ramos. El técnico madridista dio un nuevo giro a las piezas ofensivas y volvió a ser superior a Valverde con su apuesta de defensa de tres.