La infidelidad es una experiencia amarga que ha tocado las puertas de muchas mujeres, llevándolas a sufrir decepciones y desilusiones que, en algunos casos, son calladas y reprimidas, para pretender que no ha pasado nada y seguir viviendo en una mentira. Por otro lado, también existen historias menos dolorosas sobre mujeres que, después de una traición amorosa, han decidido hacer borrón y cuenta nueva, esforzándose en construir una nueva vida afectiva, con mayor solidez y dignidad.
Estas historias las han ayudado a entender que en la vida no hay caminos de rosas sin espinas, indefensas. Pero la mayor lección que pueden extraer de ellas es entender es que el amor por sí mismas está encima de cualquier herida que otra persona le haya causado a sus corazones.
Es por eso que para estas mujeres, una “segunda oportunidad” no hace parte de su vocabulario, mucho menos cuando sienten que su lealtad ha sido burlada, y su confianza traicionada. Para llegar a este punto de madurez y fortaleza, te invitamos a leer la siguiente lista que, de acuerdo a la revista Cromos, te ayudará a desarrollarte como persona íntegra en caso de que estés sufriendo las agrias consecuencias de una infidelidad.
Empieza dejando de lado todo recordatorio de esa persona. El daño está hecho, así que lo mejor es que te alejes y no vuelvas a lindar por sus parajes: si lo hizo una vez, lo hará dos y tres veces. No asocies esos recuerdos, historias y objetos con las cosas increíbles que la relación prometía, sino con la que realmente son: reflejo de su deslealtad y falta de compromiso hacia ti. Una vez hayas asumido esto, y pongas el amor por ti misma encima del pasado, lo más probable es que sea fácil desprenderse de todo lo demás.
Si sabes que el engaño es real, si sabes el daño que te está haciendo, no es necesario empezar a buscarle justificaciones. Toda tu capacidad de perdonar debe verse reflejada en tu cordialidad, pero, al mismo tiempo, esto no significa que debas continuar con esa persona que te hirió. Lo mejor es dejarlo ir, y demostrarte a ti misma cuán madura puedes ser, al no desearle mal a una pareja con la cual compartiste buenos momentos, pero que, en últimas, no evitó lastimarte de la manera en que lo hizo.
No tienes por qué esconderte de nada ni de nadie. Si hay alguien que falló, fue la persona que no se comprometió a darlo todo por la relación. Esta es una experiencia que te ayudará a asumir las barreras más difíciles, y esta infidelidad -conocida por todos los que te rodean- va a forjarte un carácter sólido, y así cada vez te fortalecerás más, sabiendo el bien que te hiciste a ti misma al haber dejado partir a esa pareja infiel.
Ellas son tus mejores cómplices, y también tu rescate. Como decía María Félix: “a un hombre hay que llorarle tres días, al cuarto te pones tacones y ropa nueva”. La frase no es solo divertida, sino totalmente útil: saliendo a cine o a fiestas podrías conocer a alguien que a lo mejor valdrá más la pena y será mucho mejor que tu anterior pareja. Por supuesto tienes permitido sentir la tristeza inicial gritando, pataleando, escribiendo, pegándole a la almohada, pero todo con un límite adecuado.
Tal vez parezca inmaduro, pero es una de las maneras en que podrás entenderte a ti misma de verdad, y soltar de forma honesta todo lo que estás sintiendo durante esta vivencia. Además, evitas que el dolor sufrido te lleve a correr el riesgo de hacer algo realmente inmaduro: buscar a la persona con la que te engañaron, un trabajo altamente tóxico que no te ayudará a ver más allá de lo que tu herida muestra. Asediar a alguien de esa manera solo puede traer más sentimientos y experiencias negativas, así que lo mejor es, una vez más, confiar en ti misma, hacer frente al problema, rodearte de seres queridos, dejar todo pasar, y sentirte agradecida por haberte librado de una mentira en tu vida.