El cineasta Martin Scorsese proclamó hoy en Tokio su admiración por los «kakure kirishitan», los cristianos ocultos japoneses torturados por las autoridades niponas en el siglo XVII, un capítulo de la historia que recoge en su nueva película.
«Siento una gran admiración por su coraje y su convicción», dijo hoy el director estadounidense durante la presentación de «Silencio» (Silence, 2016) en Japón, donde se estrena el próximo 21 de enero.
Scorsese (1943) admitió que presentar la película en el país asiático «es como un sueño hecho realidad» tras una «peregrinación» personal que ha durado casi tres décadas.
«Ha sido un largo proceso, sobre todo, porque la primera vez que leí el libro sentí que quería hacer la película, pero no sabía cómo. (…) Tenía mucho que ver con mis propias inclinaciones religiosas y mis dudas», confesó el cineasta, quien catalogó a «Silencio» como el resultado de un «largo proceso de aprendizaje de ensayo y error».
«Silencio», basado en la novela homónima del nipón Shusaku Endo (1923-1996) publicada en 1966, narra la desesperación de los misioneros jesuitas portugueses en el siglo XVII al toparse con el silencio de su Dios frente a las torturas infligidas por las autoridades japonesas a los cristianos.
Aunque llegó a haber unos 400.000 creyentes, «actualmente sólo quedan algunos centenares», explicó durante el evento Shigenori Murakami, de 66 años, descendiente de aquellos martirizados que prosperaron sobre todo en la isla meridional de Kyushu, con Nagasaki como centro de la Iglesia.
El japonés, que confesó que «las lágrimas brotaron de sus ojos» al ver el filme, expresó en declaraciones a Efe su deseo de que «mucha gente vea esta película, porque narra la historia de nuestros antepasados, quienes dieron su vida para mantener la fe».
Scorsese, quien agradeció la asistencia de Murakami al evento como muestra del legado de aquellos retratados en el filme, declaró que con «Silencio», «resultado de un largo proceso de aprendizaje de ensayo y error», ha intentado ser «lo más real posible desde el honor, la compasión y el respeto a los cristianos en Japón».