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DE LA DIRECTORA

Publicado 21 julio, 2016

Edición 121 Julio – 2016  Date permiso

En estos días en una de mis meditaciones y conversaciones con Dios, recibí un mensaje que me inspiró para escribir esta editorial.

Cuando nacemos, venimos ya con un permiso firmado por el Padre Celestial que nos otorga el derecho a vivir y resulta que, al involucrarnos en el mundo terrenal, nos olvidamos de esto y comenzamos a bloquear nosotros mismos ese derecho ya autorizado por el jefe mayor a vivir sin limitaciones.

Todo está dado para que vivamos con nuestra propia luz, la proyectemos a los que nos rodean y la cuidemos para que esta se multiplique. Solo es necesario que seamos conscientes de lo grande que es tener esto y que nos hagamos responsables de nuestra propia existencia.

Así que hoy mi invitación para ti, que me estás leyendo, es a que te respondas estas preguntas: ¿Si ya tienes la visa sellada en tu pasaporte para entrar a este mundo a vivir, quién podrá impedir que vivas en él? ¿Cómo quieres vivir? ¿De quién depende que lo hagas?

La vida es ya, así que mi propuesta es que comiences en este instante a vivir sin miedo a ser feliz. Tú mereces todo lo que llega a tu vida, porque si te llegó es porque te corresponde, porque ya hiciste méritos previos para merecerlo. No dejes pasar tu vida sin vivir de la forma como tu alma lo hace.

Ábrete a recibir las encomiendas del cielo que cada segundo llegan cargadas de bendiciones para ti. Si las dejas en el mesón sin abrir, se van para otro lugar donde sí las recibirán con los brazos abiertos.

Mi recomendación es que abras bien los ojos del corazón para que puedas ver lo que te llega, para que puedas vivir con pasión, sin miedos y sin ataduras.

Recuerda que el miedo está dentro de ti, te paraliza y no te permite actuar, lo que significa que debes sacarlo, mirarlo de frente y decirle: quiero vivir, quiero ser feliz, sé que me lo merezco y que me corresponde por derecho divino. Luego haz las acciones que te lleven a lograrlo. Y no permitas que nada ni nadie te lo impida.

Cada mañana al despertar, agradece a Dios el haberte dado el derecho a vivir y date tú mismo el permiso de vivir siendo consciente que te corresponde y que tu estado actual es de merecer.

La vida es como un juego, juégala y disfrútala. La vida es un reto, confróntala y supérala. La vida es una oportunidad, captúrala, acéptala y aprovéchala. La vida es hermosa, pálpala y siéntela. La vida es un regalo divino, merécela y vívela.  

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