La película «Nafas» (Respiro), una oda a la inocencia infantil y al pacifismo en tiempos convulsos, se ha convertido, pese al rechazo de algunos sectores conservadores, en la primera cinta dirigida por una mujer que Irán presenta a los premios Óscar.
Su autora, Narges Abyar (Teherán, 1970), ha marcado así un hito como mujer en la República Islámica y espera la nominación al mejor filme de habla no inglesa en un momento en el que la hostilidad entre su país y Estados Unidos se encuentra en un punto álgido.
«Es un caso único en Irán y me hace muy feliz», dijo Abyar sobre su selección en una entrevista con Efe, en la que desgranó tanto los aspectos más importante de su obra como los sentimientos encontrados que puede producir en ciertos círculos.
La cineasta y escritora consideró que el comité iraní encargado de elegir la película que representará a Irán en los Óscar valoró el folclore de ceremonias religiosas como la Ashura, los cuentos iraníes y, sobre todo, el tema de la guerra con Irak retratados en «Nafas».
A través de los ojos de una niña llamada Bahar, el espectador es transportado al final del reinado del shá Mohamad Reza Pahleví, al triunfo en 1979 de la Revolución Islámica encabezada por el imán Ruholá Jomeiní y al comienzo de la guerra entre Irak e Irán (1980-1988).
El tratamiento de la guerra es lo que ha despertado recelos entre clérigos conservadores como el influyente Ahmad Alamolhodá, de la ciudad santa de Mashad, quien criticó que «Nafas» muestre «la miseria y la destrucción de la guerra» en vez del «coraje» del pueblo iraní, lo que a su juicio «promueve los planes del enemigo».
Abyar reconoció que las críticas recibidas se deben a que realizó «una película antibelicista» en la que es palpable la pobreza en la que vivía parte de la población iraní.
«No puedo mostrar que hace 30 años todo era bueno, eso es mentira. Nosotros hicimos una revolución e inmediatamente después tuvimos una guerra y la situación económica era muy mala», aseveró.
Sobre su posición contra la guerra, la directora afirmó que como artista debe mostrar los horrores del conflicto y su «naturaleza destructora»: «¿No sé por qué en nuestro país debemos tener miedo a tratar este tema?», se preguntó.
En Irán, se sigue conmemorando la llamada «Semana de la Defensa Sagrada», en la que se recuerda la guerra con Irak con desfiles para mostrar el potencial militar iraní, y las calles están repletas de fotografías de los «mártires» de ese conflicto.
Este retrato heroico contrasta con la realidad mostrada por Abyar, quien ha escrito varios libros y ha realizado otra película sobre la guerra porque son unos acontecimientos que vivió en primera persona y le marcaron.
«La particularidad y diferencia de esta película respecto a otras (de temática similar) es que muestra todo lo que ocurre desde el punto de vista de una niña, que no juzga ni comprende la revolución o la guerra», explicó.
La temática antibelicista recibió críticas e influyó probablemente en que la película solo fuera exhibida en 16 salas en todo el país, pero esto no afectó a los expertos a la hora de seleccionarla para los Óscar, como tampoco el hecho de que la directora sea mujer.
Abyar aseguró que no tuvo «problemas ni críticas» por ser mujer y que en los últimos años se ha avanzado en el sector cinematográfico en este aspecto, aunque reconoció que «una mujer debe esforzarse diez veces más que un hombre».
«En todo el mundo, no solo en Irán, es difícil para una mujer ser directora porque prevalece una visión machista de la sociedad», lamentó la cineasta, quien ha logrado varios galardones en festivales locales e internacionales.
Las mujeres iraníes están completamente incorporadas en el mercado laboral y el sistema educativo, aunque siguen sufriendo ciertas limitaciones como en la vestimenta debido a las normas de inspiración religiosa impuestas tras el triunfo de la Revolución Islámica.
Siguiendo la vida real de Bahar y su imaginación, la cineasta muestra esa lucha por los derechos de las mujeres, aunque señala que no fue con «intención».
El personaje de la abuela es el testimonio de esas restricciones, al advertir a la niña de que ya ha crecido y no puede seguir jugando con los chicos o al lamentarse de que no van a poder casar a Bahar porque está enferma.
Esta visión feminista superó la censura iraní y los sueños de Bahar, destruidos por la guerra, buscan ahora triunfar entre el público internacional y en la carrera por el Óscar, un premio que Irán ha recogido dos veces de la mano de Asghar Farhadí.
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