Involucrados directamente en los negocios y en la carrera política de su padre, los hijos de Donald Trump viven hoy bajo los focos. La excepción es Tiffany, la hija menor del magnate y la gran desconocida del clan.
Fruto del segundo matrimonio de Trump, con la actriz Marla Maples, Tiffany es la única hija adulta que se mantiene al margen de las gestiones del presidente electo de Estados Unidos.
Donald Jr., Ivanka y Eric Trump -los tres mayores, nacidos del primer matrimonio del magnate- tienen un papel prominente y público en el proceso de transición en la Casa Blanca.
La situación incluso ha generado quejas sobre un posible conflicto de intereses, pues también están destinados a gestionar los negocios de su padre una vez asuma la Presidencia.
El hijo menor, Barron, vive también el día a día del presidente electo, pues a sus diez años reside con él y su madre, Melania, en la Torre Trump.
Mientras tanto, desde las elecciones apenas se ha sabido nada Tiffany, que también había pasado desapercibida durante la campaña electoral.
De 23 años y graduada este verano por la Universidad de Pensilvania, la joven tuvo apariciones muy esporádicas en el interminable proceso que llevó a Trump a la Casa Blanca.
Apenas se la vio en los mítines de su padre, ni en los anuncios electorales y, cuando Fox News dedicó este verano un especial de una hora a la familia, Tiffany fue solo mencionada de paso.
Su breve momento de protagonismo llegó en julio, en la convención republicana, cuando fue una de las encargadas de presentar a Trump ante miles de personas.
Pero de ahí, volvió al segundo plano. Lo que no está claro es si la decisión es suya o de su poderoso padre y sus asesores.
The New York Times le dedicó un completo perfil el pasado octubre, para el que la campaña de Trump no permitió que fuese entrevistada. La autora, por contra, sí tuvo acceso a Ivanka o al propio Trump para hablar sobre Tiffany.
Alejada de los medios de comunicación, la imagen que el mundo tiene de la joven es la que proyecta a través de las redes sociales, especialmente de su activo perfil en Instagram, que cuenta con más de medio millón de seguidores.
Allí, aunque mucho más comedida en los últimos meses, Tiffany comparte instantáneas de una vida glamurosa, llena de viajes, fiestas y adinerados amigos.
En su pandilla figuran otros nombres con solera como los de Kyra Kennedy (hija de Robert F. Kennedy Jr.), Gaia Matisse (bisnieta del pintor francés) o Barron Hilton (hermano de Paris y descendiente de la familia de hoteleros).
Son los «Niños Ricos de Instagram» o, como los bautizó con gran éxito el Times, el «Snap Pack», por su afición a Snapchat y en alusión a otros icónicos grupos de famosos: el «Rat Pack» que lideró Frank Sinatra y el «Brat Pack» de Emilio Estevez y compañía.
El grupo gravita en torno al diseñador de moda Andrew Warren, para quien Tiffany Trump ha hecho de modelo. La joven también ha hecho sus pinitos en la música, con un single lanzado con solo 17 años que pasó sin pena ni gloria.
De aquella, dijo a Oprah Winfrey que estaba abierta a la posibilidad de una carrera en el mundo de la música, algo que por ahora no ha cristalizado.
Tiffany se crió en Los Ángeles junto a su madre, aunque siempre se mantuvo en contacto con su padre, y siguió sus pasos eligiendo la Universidad de Pensilvania para sus estudios.
Este año completó allí su graduado en sociología y estudios urbanos y, tras un par de periodos de prácticas, todo apunta a que tiene previsto seguir ampliando su formación, quizás en la prestigiosa escuela de derecho de Harvard, que visitó recientemente.
Sus amigos, consultados por varios medios, describen a Tiffany como una persona trabajadora y con los pies en la tierra, que sabe valorar la suerte que tiene con su alto nivel de vida.
Algo que, seguramente, tiene su mérito para alguien que lleva el nombre de la tienda de diamantes más famosa de Nueva York, en recuerdo de una operación inmobiliaria de su multimillonario padre.