Luego de enterrar a Joselito el martes de Carnaval, Stephanie Mendoza se prepara para afrontar su mundo tal y como era antes de ser la reina de la fiesta más importante en Colombia.
Hablamos con ella y nos contó sobre su vida durante el reinado y lo que la espera a partir de hoy.
No he querido asimilar que ya se acabó, aunque me llegan los mensajes de familiares y amigos. Tengo muchos sentimientos encontrados y a pesar de haber cumplido este sueño, ahora ningún sueño que tenga logrará ser tan fantasioso, lindo y al mejor estilo de cuento de hadas como este.
Dos cosas, la primera es cuando me mandaban mensajes con odio, al principio era fuerte y luego me acostumbré. La segunda es que no muchos saben, pero estuve en la clínica durante el reinado cuatro veces con un desgarro en la espalda, por lo que me hicieron varias filtraciones durante la última semana. Recuerdo que yo le decía a mi mamá que no podía con el dolor, pero al ver a la gente como me aplaudía, me saludaba y hasta me abrazaban, se me olvidaba todo y durante los desfiles siempre me mantuve alegre, bailando, brincando y hasta me tiraba al suelo.
Cada evento tuvo lo suyo, la Batalla de Flores era lo que más esperaba, por la carroza, el vestido grande y la corona. Sin embargo, en los dos desfiles siguientes uno tiene más cercanía con la gente, entonces para mi era más chévere porque estabas a pie, podías saludar a los asistentes, hablar con ellos y hasta tomarte fotos.
Fue lo máximo, todas esas reinas marcaron nuestra vidas, las admiro mucho y la verdad es que compartir con ellas fue muy bueno. Adicionalmente, ellas se lo gozaron al máximo, luego del desfile todas se fueron juntas y se la gozaron.
Un Carnaval en la calle, una fiesta en donde vivíamos en la verbenas, un festival de Orquestas en donde asistieron más de 30 000 personas y un reinado popular en donde más de 40 niñas estuvieron alegrando sus respectivos barrios como nunca antes.
Cada vestido tenía una historia detrás. El vestido del Junior fue lo máximo, a mi me decían que parecía el conejito de las pilas, porque pasaba corriendo de un lado a otro y la gente gritaba tanto que se me pegaba la energía. En el caso del vestido de las perlas, mi abuela tiene bastante influencia, ya que de pequeña ella propuso la idea de que yo fuera reina, así que le cogía las perlas de su casa y me las ponía para jugar. Luego de su muerte, decidí que tanto mi vestido de graduación como el de fantasía serían en su honor. Finalmente, el vestido de coronación es con el que sueñas y termina siendo más chévere que el del matrimonio, porque puedes jugar con los colores y las texturas, es por eso que cuando hablé con Alfredo Barraza, le pedí que el vestido fuera una explosión del río y el mar, lo que terminó convirtiéndose en un choque de hermosas plumas azules detrás mío.
Graduarme, aún me queda un año de derecho, ya estoy en consultorio jurídico. Me voy pasado mañana para Bogotá a retomar mi universidad, para luego hacer una maestría.
A Dios, a mi familia porque fueron quienes estuvieron conmigo en todos los eventos, creo que deben estar igual o más cansados que yo, y a mi equipo de trabajo, con quien lloré, reí y bailé.