La actriz, directora y cantante Jeanne Moreau, fallecida hoy a los 89 años de edad, deja para la historia una amplia trayectoria y una personalidad carismática, que escandalizó en la Francia puritana y le ha valido ser considerada la gran dama del cine francés.
Nacida en París el 23 de enero de 1928, de padre francés y madre británica, comenzó a estudiar magisterio, pero, pese a la oposición familiar, se decantó pronto por la interpretación, donde recibió alguna de las mayores distinciones.
Moreau fue admitida en la prestigiosa Comédie Française a los 19 años de edad, y su primer personaje destacado sobre las tablas le llegó en 1950 con «Les Caves du Vatican», donde encarnaba a una prostituta.
«Ascenseur pour l’échafaud» (1957), de Louis Malle, le permitió alcanzar el estatus de estrella, mientras que «Jules et Jim» (1962), de François Truffaut, le hizo entrar en la leyenda, destacan los medios franceses sobre la musa de la «Nouvelle Vague«.
Para entonces, ya había conseguido el premio a la mejor interpretación en Cannes por «Moderato Cantabile» (1960), de Peter Brook, primer contacto con un festival cuyo jurado presidió en 1975 y 1995 y en el que ha sido la única actriz en desempeñar ese rol dos veces.
Moreau, para quien el cine no era una carrera, «sino una vida», puso su talento a las órdenes de Malle («Les amants», 1958), Antonioni («La notte», 1962); Luis Buñuel («Le journal d’une femme de chambre», 1964) o Elia Kazan («The last Tycoon», 1976).
Fue «la mejor actriz del mundo», dijo de ella Orson Welles, que la dirigió en «The trial», en 1962, y seis años después en «The Immortal Story».
Fue ese cineasta estadounidense quien la animó a ponerse detrás de la cámara, donde firmó «Lumière», en 1976, «L’Adolescente», en 1979, y el documental «Lillian Gish», en 1983.
Entre sus últimos trabajos como actriz se encuentran la comedia «Le talent de mes amis» (2015), de Alex Lutz, o «Une estonienne à Paris» (2012), de Ilmar Raag.
En televisión su rostro se pudo ver en cinco episodios de «ER», donde encarnó a una astrofísica, o en la miniserie «Les misérables».
El León de Oro de Venecia a toda su carrera en 1992, el Oscar de honor en 1998 y el Premio Cinematográfico Europeo del Festival de Berlín y el Premio Donostia Europeo del de San Sebastián en 1997 dan cuenta de su prestigio como actriz.
Un talento recompensado igualmente con el César a la mejor interpretación en 1992 por «La vieille qui marchait dans la mer», de Laurent Heynemann, un César de Honor en 1995 y el Súper César de Honor en 2008.
Distinciones a las que se suman la Orden francesa de las Artes y las Letras, la Orden Nacional de la Legión de Honor, la Orden Nacional del Mérito y el haber sido la primera mujer académica de Bellas Artes en la historia de Francia.
La intérprete, cuya voz va unida a «Le Tourbillon«, que cantó en «Jules et Jim» y con la que Vanessa Paradis la homenajeó en Cannes en 1995, contribuyó además a apoyar a los jóvenes cineastas europeos como presidenta de la asociación Equinoxe.
Moreau se casó en 1949 con el cineasta francés Jean-Louis Richard, con quien tuvo a su único hijo, Jérôme, y del que se divorció un año después, y tras una breve unión con Teodore Rubanis se volvió a casar en 1977 con el también director William Friedkin.
Su vida sentimental estuvo protagonizada además por numerosas relaciones, entre las que destacan la que mantuvo con Malle o con el diseñador Pierre Cardin.
«He seducido a muchos hombres. Siempre me incliné por hombres con talento. No tuve amantes por tenerlos», llegó a decir la intérprete, a la que los medios franceses recuerdan como una mujer libre e independiente.
El Palacio del Elíseo, sede de la Presidencia francesa, subraya que con ella desaparece una mujer rebelde contra «el orden establecido y la rutina» y una artista «que encarnó el cine en su complejidad, su memoria y su exigencia». EFE