Los ritmos y la gastronomía cubana se han hecho con Harlem, cuya zona este ya se conoce como «El barrio», donde es más corriente escuchar español que a los turísticos coros de gospel.
El deshielo de las relaciones entre Washington y La Habana ha sido la excusa perfecta para celebrar en un festival la comunión de dos culturas, la de Harlem y la de la capital cubana, en las que el nexo de unión en torno al jolgorio, la comida y la buena música es más fuerte que los 50 años de bloqueo.
«Harlem/Havana», promovido por la cámara de comercio de Harlem, ha traído al barrio de Malcom X, conciertos, menús especiales y hasta desfiles de moda.
En el restaurante Red Rooster, en Lenox Avenue, por encima de la calle 125, donde el presidente de EE. UU., Barack Obama, venera tanto sus cócteles en sus visitas a Nueva York que hasta uno lleva su nombre («Obamatini»), estos días el pollo frito ha dejado paso a la ropa vieja y otros platos tradicionales cubanos.
El cóctel del presidente saliente se ha sustituido además por el «Viva Hemingway», a base de ron, piña, lima, maguey, albahaca y licor amargo.
El chef Marcus Samuelsson ha supervisado los menús de comunión entre las cocinas de Harlem y La Habana para este y otros locales insignia del barrio, como Ginny’s o Sylvia’s, pero también para las mesas de «Amor Cubano» y «Harlem‘s Floridita Cuban restaurant», dos veteranos del barrio en eso de los tostones, los mojitos y el pollo asado con arroz y habichuelas.
Como maridaje para la buena mesa, músicos cubanos han ofrecido conciertos en algunos de los lugares más emblemáticos del barrio, como el teatro Apolo, donde ha actuado Jorge Luis Pacheco, o la iglesia Saint John the Divine, donde sonaron los timbales de Miguel Valdez, la percusión de Baba Don y los teclados de Ronnie Roc, entre otros, en un conjunto improvisado para la ocasión llamado Harlem Havana All Stars.
Una oportunidad para los vecinos del barrio neoyorquino de conocer de cerca la cultura cubana, pero también para los músicos y artistas invitados a Manhattan a conocer la Gran Manzana, la antítesis de mucho de lo que les rodea en la isla.
Estos días se recuerda en el festival algunos puntos en común entre ambas realidades, poco conocidas.
Como que en 1960, por ejemplo, durante su visita a las Naciones Unidas, el líder cubano Fidel Castro se hospedó en el Hotel Theresa de Harlem, donde conoció a un joven Malcolm X y a otras figuras intelectuales y políticas.
Este domingo además, como fin de fiesta, una actividad en torno a la moda cubana, con Mariela Caridad, Mario Alberto Freizas y Juan Carlos Marero, pondrán un original broche a las celebraciones.
Según apuntan los organizadores, el festival Harlem/Havana Music and Cultural Festival es la culminación de dos años de esfuerzos entre el alcalde de Nueva York, Bill De Blasio, el Gobernador Andrew Cuomo, así como la cámara de Comercio de Harlem y el congresista neoyorquina Charles Rangel.
«Estoy encantado de poder ver, en mi último año en el Congreso, que la meta de eliminar las barreras entre Estados Unidos y Cuba se va a conseguir finalmente», dijo Rangel en la rueda de prensa de presentación del festival, que aspira a ser un evento anual.
La comunión entre Harlem y La Habana tiene además billete de ida y vuelta y en febrero, cuando varias compañías ya harán la ruta Nueva York-La Habana, está previsto que Estados Unidos envíe a la isla una delegación de artistas, cocineros y otros embajadores culturales.