Escribir este editorial sobre la mujer 10 me lleva a observar que las mujeres hacemos un papel muy importante en este mundo y que somos el engranaje en cualquier ámbito de la vida.
Soy mujer, y como tal me siento inmensamente feliz de serlo y de poder transmitir a través de este articulo lo maravilloso que es ser hija, madre, abuela, pareja, empresaria y dejar en cada una de estas áreas un legado que les sirva a los que hacen parte de tu vida.
Recuerdo que de niña soñaba con ser la Mujer Maravilla, poder dar una vuelta a mi alrededor y convertirme en una mujer invencible capaz de traspasar fronteras y lograr mis sueños. Luego, en mi adolescencia, me cuestioné y quise entender a qué venimos a este mundo y esto ocasionó un poco de confusión en mi mente, llena de información tomada de diferentes medios. Cuando ya me convertí en mujer, me volví consciente de quién era y qué quería para mi vida, me di cuenta de que tenía que mirar hacia adentro para encontrarme conmigo misma y, a partir de allí, poder ser la mujer maravilla.
Todas podemos ser mujeres 10 si partimos de la base de que, para serlo, debemos encontrarnos con nosotras mismas y sentirnos plenas de ser lo que somos.
Así que mi trabajo de mirar hacia adentro logró convertirme en una mujer que entiende que sus debilidades se pueden convertir en fortalezas y que, al final, lo que vale es ser ella misma, confiar en su persona, y en que Dios sabe lo que necesito y me lo hace llegar en el tiempo perfecto. Que en el camino encontramos situaciones que nos confrontan y muestran de qué estamos hechos, entonces debemos mirar más allá de lo aparente para madurar y crecer. Que estamos en un camino de aprendizaje y nuestros mayores miedos algunas veces se hacen realidad para ser resueltos en amor, y que todo, por más triste y doloroso que se sienta, también pasará. Que la clave está en tener fe en mis elecciones, tener paciencia y no hacer suposiciones. Que siempre debo elegir y estar donde el corazón me diga. Pero también debo soltar el control y dejar que la decisión venga del cielo, del Padre Celestial y de los universos superiores. Entender que, cuando pido ayuda a Dios, debo abrirme para poder recibir, que lo que llega siempre es maravilloso y es lo que corresponde.
Finalmente, mi invitación para ti, mujer, que me lees, es que reflexiones sobre: ¿Qué quieres ser? ¿Qué dice tu corazón? Pero ante todo sé coherente con lo que dices que quieres ser y con las acciones que haces para lógralo.
Todas podemos ser mujeres 10 si partimos de la base de que, para serlo, debemos encontrarnos con nosotras mismas y sentirnos plenas de ser lo que somos.
Y a ti, hombre, que me lees, te sugiero que entregues lo mejor de ti a las mujeres de tu vida y trátalas como si fueran pétalos de rosas, con amor, con pasión y con tanta dulzura como tu corazón te lo permita.