Durante sesenta años, el boyacense Pedro Cristancho ha utilizado su afilada herramienta, la barbera, para darle forma a las frondosas barbas de numerosos clientes que, hoy día, lo visitan en una de las más tradicionales barberías de Bogotá: La Holandesa. Una crónica sobre la pasión, dedicación y entrega a un oficio que hoy día vuelve a cobrar relevancia con la apertura de nuevos locales, pero que veteranos como Don Pedro conservan en sus formas más puras y tradicionales.
• “Aún existen clientes que añoran con nostalgia el placer que proporciona una afeitada con barbera, o que por su tipo de piel solo permiten el roce de la navaja de acero.”
• “Empezó con la tradicional barbera y máquina de mano y en la década de los setenta pasó a la máquina eléctrica. Finalmente, se acopló a las máquinas Whal, de fabricación americana o china.”
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