Para muchos, convertirse en padres es algo muy sencillo, para otros es un camino lleno de dolor y de mucha incertidumbre. Algunas veces se convierte en una obsesión que puede alejarnos de nuestros seres amados.
“Amando” es la continuación del primer libro autobiográfico de la actriz y presentadora Adamari López. En “Viviendo” narró su proceso para superar el cáncer, el fracaso de su matrimonio con Luis Fonsi y la búsqueda de un hijo (que ahora tiene con el bailarín español Toni Costa, con quien se conoció en “Mira quién baila”, de Univisión). Tal vez es por eso que Adamari cuenta con el cariño incondicional de un público que la apoya para lo que sea y que vive todo lo bueno que le pasa como si fuera propio.
¿El amor de madre es como lo imaginabas?
Uno no sabe cuánto puede llegar a amar hasta que llegan los hijos. Y a medida que crecen, el amor se hace más grande. Entonces te sientes fuerte y a la vez vulnerable.
Has descubierto una Adamari diferente, que está aprendiendo a amar de otra manera…
Estoy aprendiendo a vivir esa dualidad de la vulnerabilidad y la fortaleza en una dimensión que no conocía. La felicidad en otro plano. El saber que mi hija depende de mí o de su papá, y que no me importan los desvelos, me enseña muchas cosas.
¿Qué te aportó la llegada de Toni?
Mucha felicidad y también la dicha de ser mamá. En el libro cuento que él y yo buscábamos lo mismo: ser padres. Hasta que la tuvimos a ella no nos dimos cuenta de la dimensión de las cosas que tuvimos que atravesar, de lo maravilloso de la experiencia y de lo unidos que estamos ahora.
¿Cómo manejan la relación de pareja?
Nos dividimos las tareas del hogar, del trabajo y de la familia, y siempre buscamos un espacio para enamorarnos, reconquistarnos y pasar tiempo juntos, aun cuando estamos trabajando en países diferentes. Él ahora está en México haciendo “Sí se puede”; cuando viene los fines de semana, tenemos un tiempo para compartir con la niña, pero también uno para nosotros dos, para demostrarnos el afecto y el deseo que tenemos el uno por el otro.
Sufriste un golpe muy fuerte cuando ya estabas en la recta final del embarazo…
Mi papi murió y me dejó con la ilusión de que él estuviese presente en mi parto. Creo que mami se lo llevó para que juntos pudieran traerme a mi ángel. Todavía es muy duro no ver la sonrisa de mis padres, que no compartan con nosotros estos momentos. Siento que se me fueron muy pronto, pero los siento cuidándonos.
¿Volverías a pasar por todo lo que pasaste para buscar otro hijo?
No volvería a hacer una terapia de fertilidad. Tuve un embarazo ectópico y fue muy frustrante saberlo, pues ya me había ilusionado. Cuando me enteré, el mundo se me cayó en pedazos. Volvería a tener un hijo, pero no me sometería a ningún tratamiento. Mi proceso fue muy doloroso y no tuvo un resultado efectivo.
¿Cuál es tu intención al escribir una historia tan personal? ¿A quién quieres llegar?
A mujeres que no pueden tener hijos. Creo que la base del libro es la fe inmensa que tuve en Dios, cómo me sacó adelante y cómo me hizo llegar a mi hija.
¿Qué tan decisivo ha sido el apoyo de los que te rodean?
He recibido muchos golpes en la vida en pocos años, ha sido muy duro y, si no fuera por el apoyo de mi familia y de la gente, hubiese sido mucho más duro. Hoy la vida me ha dado la bendición de ser madre y es entonces cuando me doy cuenta de que el pasado ha quedado atrás. La única forma de agradecerlo es vivir y amar plenamente.
¿Sientes que tu cuerpo ha cambiado?
Tengo cicatrices en mis pechos que asumo como parte de mi historia. Son cicatrices de guerra. Cada persona que sobrevive a una enfermedad como el cáncer es una guerrera.