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ACTUALIDAD

Publicado 25 agosto, 2016

El precio de la paz: ¿Cuánto vale?, ¿Cómo la vamos a pagar?

Por: José Bedoya Ramos

Lo primero es preguntarse si habrá paz después de 60 años de conflicto interno y más de la pérdida de 220.000 vidas humanas. Le respuesta está en La Habana, donde hace casi tres años las Farc y el gobierno sostienen negociaciones y solo podrán responderla ellos. Asumiendo que lo logren, entonces, ¿cuál es su precio? La cuestión es compleja y la respuesta no es única; se abre en ramas que se enredan entre sí, como veremos.

Hasta 3,8% del PIB

La implementación de ese acuerdo costaría al menos un 1% del PIB por año durante diez, según un reporte de Bank of America Merrill Lynch Global Research de octubre de 2014, elaborado por el economista Francisco Rodríguez. Podría aumentar hasta un 3,8% del PIB, dependiendo de cuán extensos sean los programas implementados. Pero hay quienes dicen —no son pocos— que la paz ya está encaminada y sus costos ya se están pagando.

Plan Nacional de Desarrollo

Lo confirma, de cierto modo, la información del Plan Nacional de Desarrollo (PND), elaborado por el Departamento Nacional de Planeación (DNP), que define las principales áreas de inversión y distribución del gasto público. El PND para 2014-2018 lleva por título: “Paz, equidad, educación”.

Según el plan, para el pilar de la paz se destinarán en los cuatro años del plan algo más de 203 billones de pesos colombianos, lo que equivale a unos US$74.500 millones. Eso incluye gastos en programas de protección social en salud y sostenibilidad, operaciones de la fuerza pública, fortalecimiento de entidades de la Justicia, atención y reparación a víctimas, entre otras. También hay partidas destinadas a actividades culturales, como el fomento de la formación artística, y la formación y preparación de deportistas, aunque esto representa una parte ínfima del gasto.

No obstante, el pilar de la paz del PND es sólo una parte del gasto previsto, ya que existen otras partidas asociadas a la paz y un potencial posconflicto, que aparecen en otras columnas del presupuesto nacional.

Hasta US$187.000 millones

Entonces, ¿cuánto se va a gastar?

El informe de Bank of America calcula que el gasto total vinculado con el proceso de paz, podría ser de entre US$53.000 millones y US$187.000 millones en diez años.

¿Y en qué se gasta?

En general, el consenso es que existen tres áreas fundamentales donde se puede hablar de gasto específico vinculado con la construcción de paz. Son la reparación y asistencia a las víctimas del conflicto, el desarrollo rural y la desmovilización de combatientes. Y en todos se ha avanzado de un modo u otro.

Víctimas

El componente de víctimas tiene asignado para este año 9,6 billones de pesos (US$3.500 millones), para atender a casi seis millones de personas, de un total de más de siete millones registradas. Para Bank of America, durante los próximos diez años (el gasto anual se irá reduciendo, de acuerdo con el reporte, si el conflicto se detiene) lo destinado a víctimas podrá representar entre el 0,7 y el 1,4% del PIB anual.

Sin embargo, en un comunicado difundido en junio del año pasado, los representantes de las Farc en La Habana propusieron crear un “Fondo Especial para la Reparación Integral” de las víctimas, que calcularon que tendría un impacto fiscal de al menos 3% del PIB anual durante diez años.

No está claro qué podría suceder con esa propuesta, ya que todavía se está negociando en Cuba en torno a las formas de reparación a las víctimas. Luis Fernando Mejía Álzate, subdirector general sectorial del DNP, cree que el dinero destinado para este punto “se va a mantener alrededor del 1 y 2% del PIB”.

Reforma agraria y reconstrucción rural

El otro componente grande del gasto vinculado con la paz es el rural, que de hecho está incluido entre los puntos que el gobierno y las Farc negocian en La Habana. Para Bank of America, “una reforma agraria de gran escala podría ser muy costosa, dado el alto nivel de inequidad en la distribución de la propiedad de la tierra y un alto número de desplazados internos”. Por eso estima un impacto fiscal de entre el 0,4 y 2,4% del PIB anual en diez años, incluyendo en el gasto la restitución de tierras a desplazados por grupos guerrilleros, paramilitares o por las fuerzas armadas.

Desmovilización y reintegración de guerrilleros

El tercer componente considerado como gasto específico asociado a la paz es el de desmovilización de combatientes. La sociedad colombiana deberá absorber a los guerrilleros de las Farc que dejen las armas en caso de firmarse un acuerdo. El país ya tiene experiencia en este sentido, por haber firmado un acuerdo de desmovilización con grupos paramilitares hace unos diez años, y porque recibe a guerrilleros que se desmovilizan por su cuenta.

Para la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR), que se ocupa del proceso de desmovilización de combatientes, la atención brindada a una de estas personas durante un año requiere unos 5 millones de pesos (menos de US$2.000). El presupuesto 2016 de la ACR está en torno a los US$60 millones, para atender actualmente a unas 30.000 personas.

El gobierno estima que en las filas de las FARC hay menos de 10.000 hombres y mujeres. A Bank of America esta cifra no le convence; cree que es posible que ocurra lo mismo que sucedió con la desmovilización de los paramilitares entre 2003 y 2006, cuando el gobierno calculó que serían unos 8.000 y fueron algo más de 31.000. En su reporte, el banco estadounidense calcula que los desmovilizados de las Farc podrían llegar a poco más de 36.000.

Según la ACR, el proceso de desmovilización y reintegración de una persona dura 6 años y medio. Así que, a valores actuales, si 36.000 personas recibieran apoyo por desmovilizarse, el costo total de su reintegración sería US$468 millones. En cualquier caso, es el componente de menor impacto fiscal de los tres aquí descritos.

Otros gastos

Obviamente hay muchos otros gastos que se podría considerar que contribuyen o han contribuido a la paz o al proceso de paz. Por ejemplo, los correspondientes a las negociaciones en La Habana (viajes, alojamientos, etc.), pero son marginales. Al igual que los destinados a hacer lo que el gobierno llama “pedagogía para la paz”: informar a través de diversos medios en qué consiste el proceso. Y, aunque pueda resultar polémico, los gastos en defensa también podrían sumarse a la cuenta.

El área recibió este año 28,3 billones de pesos (US$10.250 millones), aproximadamente un 13% del total del presupuesto nacional.

¿Cómo pagarlo?

Todos estos gastos salen de un presupuesto que se ve presionado por una desaceleración de la economía. Colombia se ha visto afectada por el bajo precio del petróleo y el incremento en el precio del dólar, que está en sus valores más altos de los últimos diez años.

A mediados del año pasado, el Fondo Monetario Internacional informó que reducía las proyecciones de crecimiento del 2015 para Colombia a 3,0%, cuando el país venía creciendo en torno al 4% anual. En una entrevista publicada a principios de julio del año pasado, el periodista Juan Gossaín le preguntó al jefe negociador del gobierno, Humberto de la Calle, cómo se pretende financiar el posconflicto en este contexto. “Es por eso es que las Farc tenían que haber firmado el acuerdo de paz hace dos o tres años, cuando el petróleo estaba a US$110 (agosto de 2013)”, respondió irónico. Hoy el barril de petróleo ha bajado a la mitad y el dólar perforó la barrera de los 3.300 pesos.

Impuestos o deuda

Descartando una reducción presupuestaria en otras áreas, el país tiene dos opciones para hacer frente a los gastos vinculados con la paz que superen los ingresos con los que cuenta hoy. Puede incrementar impuestos o tomar deuda.

Según Bank of America, la única opción viable es un alza de impuestos, porque Colombia tiene una regla fiscal que le impide superar cierto límite de déficit. Endeudarse más la haría superar ese límite.

Los beneficios

Cueste lo que cueste, existe el consenso de que un eventual acuerdo de paz traería aparejada una mejora en la economía del país. Según el folleto “¿Qué ganará Colombia con la paz?”, difundido por CERAC y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en 2013, sin conflicto armado, el ingreso anual por habitante en Colombia habría sido de US$16.700 (fue de US$11.200).

“La paz, en promedio, según todos los analistas y las universidades, sumaría entre 1,5 y 2 puntos porcentuales anuales al PIB de Colombia”, dijo hace poco más de una semana el presidente Juan Manuel Santos. Para Bank of America, el beneficio sería solo de 0,3 puntos porcentuales. “El grueso del efecto de crecimiento por la reducción del conflicto ya tuvo lugar”, asegura el banco.

En cualquier caso, varios aspectos clave de la economía mejorarán una vez desaparecida la presión del conflicto, según el libro “Costos económicos y sociales del conflicto en Colombia: ¿cómo construir un posconflicto sostenible?”, de la Universidad de Los Andes. Entre otras cosas, asegura, se reducirá la expulsión de empresas del mercado, y aumentará la inversión, la producción agrícola y la inversión extranjera. Y se detendrá el deterioro de la salud física y mental que el conflicto causa a los trabajadores.

Pero los beneficios de un eventual acuerdo de paz van aún más allá. Casi todos los colombianos coincidimos en que tendría, sobre todo, un profundo impacto sobre el tejido completo de la sociedad y sus relaciones mutuas. Y la sola idea produce un superávit de felicidad.

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